Escuchando lo último de Boston (sí, lo último, de Boston, de 2013. "Vida, amor y esperanza" se titula el disco). Mientras lo escucho recuerdo aquellas noches de los sábados en invierno. Yo con 14 o 15 añitos, en la cantina de la estación de ferrocarril de Las Matas, nada más bajar del tren que nos traía de regreso tras arrasar Collado Villalba o el pueblo al que fuésemos a arrasar. Llegábamos helados, con el rabo entre las piernas, las cabezas agachadas y sin comernos una rosca. Llegábamos con la frustración erizándonos el cabello y aquella máquina de jukebox estaba allí, sonando, provocándonos con sus músicas ñoñas y comerciales, y dios, todo volvía a ser monotonía, calor de bar, de ese que empañaba nuestras gafas, pero no llegaba al corazón.
Entonces llegaba mi turno y daba la vuelta al mundo. Oficiaba de anticristo. El acto supremo, el más rebelde, estaba a punto de acontecer: metía la moneda y elegía la cara B del éxito que llevaba más de 8 años sonando sin apenas desgaste, la cara B de aquel "Más que un sentimiento" ("More Than a Feeling") de los Boston. Y entonces, a punto de alcanzar los 80, sí, sonaba “Smokin'” ("Fumando") y Tony, el Fulos, Carlitos y los demás, compartíamos el último y arrugado cigarro, el que habíamos dejado para animarnos por si acaso no había llegado ese otro calor.
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