El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

31/12/13

"Vida, amor y esperanza", Boston, 2013


Escuchando lo último de Boston (sí, lo último, de Boston, de 2013. "Vida, amor y esperanza" se titula el disco). Mientras lo escucho recuerdo aquellas noches de los sábados en invierno. Yo con 14 o 15 añitos, en la cantina de la estación de ferrocarril de Las Matas, nada más bajar del tren que nos traía de regreso tras arrasar Collado Villalba o el pueblo al que fuésemos a arrasar. Llegábamos helados, con el rabo entre las piernas, las cabezas agachadas y sin comernos una rosca. Llegábamos con la frustración erizándonos el cabello y aquella máquina de jukebox estaba allí, sonando, provocándonos con sus músicas ñoñas y comerciales, y dios, todo volvía a ser monotonía, calor de bar, de ese que empañaba nuestras gafas, pero no llegaba al corazón. 

Entonces llegaba mi turno y daba la vuelta al mundo. Oficiaba de anticristo. El acto supremo, el más rebelde, estaba a punto de acontecer: metía la moneda y elegía la cara B del éxito que llevaba más de 8 años sonando sin apenas desgaste, la cara B de aquel "Más que un sentimiento" ("More Than a Feeling") de los Boston. Y entonces, a punto de alcanzar los 80, sí, sonaba “Smokin'” ("Fumando") y Tony, el Fulos, Carlitos y los demás, compartíamos el último y arrugado cigarro, el que habíamos dejado para animarnos por si acaso no había llegado ese otro calor.





Vida, Amor y Esperanza es lo que os deseo 
para el próximo año 2014, amigos.


30/12/13

Gente simpática. La banda sonora (12): “A la espera”, de Forraje



12. “A la espera”, de Forraje

“Poco a poco Lucía y yo vamos más cerca del escenario, metiéndonos como serpientes entre la multitud, buscando sendas escondidas, hasta que damos con Marta y Charly y un puñado de gente que se acerca a chocar su palma con la mía y a gritarme al oído cantidad de cosas que no llego a escuchar. Todo son felicitaciones por el libro, creo, y las charlas largas las resuelvo levantando la cabeza y guiñando un ojo. Más tarde hablamos, digo haciendo carrete con el dedo índice sobre mis labios. Forraje van a tocar hora y cuarto, no mucho más, porque la Sala Nasa no quiere ruido después de las once y media. Ruido, tiene huevos. Están llegando los últimos temas, la traca final, y cada vez disfruto más del concierto, botando, sacando a relucir la guitarra invisible que todo rockero aloja en la entrepierna de su pantalón vaquero. Juancho acaba un tema que él mismo ha cantado y Fernando, el nuevo bajista, sube a hacer dos temas. Está algo acojonado, pero apunta buenas maneras. Luego vuelve Juancho a coger el bajo. Vuelve y suenan los primeros acordes de “A la espera” y el público empieza a gritar. Suben al escenario para cantar con el grupo algunos de los amigos, como Chencho y Tato, y el espíritu de siemprefiesta sobrevuela la Nasa. “A la espera” la compuso Juancho en el año 1988 para Tropo, su anterior banda y la grabaron en el primer disco de Forraje cantada por El Drogas. Todos los asistentes, todos incluido yo, cantamos aquel puto estribillo y nos dejamos llevar por la melodía. La cosa se anima y más gente sube al escenario, unos para hacer fotos, otros para cantar con el grupo en un tema que todos coreamos, una versión intensa, interminable, de “Forraje”. Cuando el tema se acaba, el grupo rodea a Juancho y le hace dar un paso hacia adelante, para que recoja todos los aplausos y todos los vítores que ahora mismo estallan en la sala. Pero no ha acabado el concierto. Estamos cerca de las once y media y la gente pide un bis, lo exige, “A la espera”, el himno de la banda. Forraje sale de nuevo al escenario para poner el broche final. El público canta y la banda deja cantar. Marta me abraza mientras cantamos, mientras bailamos. Carlos hace lo mismo, hasta que todo acaba y se encienden las luces de la sala. Tengo los oídos llenos de rock y sudo como un corredor de maratón. En resumen: un concierto de la hostia.”

29/12/13

Lecturas 2013



Más un puñado de proyectos literarios, cada vez más numeroso, de amigos que ya han sido o están siendo o van a ser editados.

27/12/13

Gente simpática. La banda sonora (11): “En punto muerto”, de El Drogas




11. “En punto muerto”, de El Drogas

Simpatía ha vuelto a generar buen rollo a su paso [por León], y ha habido momentos muy felices. He echado de menos a Patxi, las confidencias y comentarios que hacíamos después de cada una de las anteriores presentaciones, comentar las anécdotas, nuestros viajes de regreso. Sé que a él le pasó lo mismo en Pamplona cuando presentó allí el libro, el 25 de noviembre, porque un poco después de que acabase la presentación, cuando se relajó, se acordó de mí y me llamó. Estaba exultante, no las tenía todas consigo de que saliese todo bien. Buscó la confidencia, como yo ayer, cuando le llamé para contarle todo lo de las presentaciones. Todo, con pelos, señales, gestos y sensaciones. Lo mismo que hizo él cuando lo de Pamplona. Me dijo que llevaba unos días mosqueado porque no tenía claro que apareciesen El Drogas y Kutxi, y eso aún habiendo confirmado que venían. El Drogas, porque la noche anterior estaba en Orihuela, dando un concierto con Barricada en homenaje a Miguel Hernández, y Kutxi porque se le va la olla de tantas historias en las que está metido. Además, tenía que hacer de librero, contable, presentador, antólogo, mancebo y editor, responsabilizarse de los libros y de la pasta, y, como yo, es de letras, y esto de los números como que nos da yuyu. Aparco lo más cerca que pudo del París, el bar-comedor dónde se hizo la presentación, lo más cerca sin pagar el impuesto revolucionario de la línea azul, y tuvo que cargar con las dos cajas de libros un buen trecho. Así que cuando llegó estaba hecho mierda, pero fue ver a Patxi Lasa, el hombre que montó lo del comedor social, y subirse arriba. Patxi Lasa, un tío capaz de hacer diez mil historias desde su silla de ruedas, que montó el primer sex-shop de Pamplona, metido siempre en movidas, desde musicales a político-sociales y que ahora congrega a decenas de voluntarios para dar tres comidas por cincuenta céntimos a gente que pasa hambre en Iruña, aunque jode que se diga esto, porque se oculta en una ciudad que se vende al mundo como Yupilandia. Recuerdo que me dijo con emoción que apareció por allí su hermano y su cuñada, fans de Barricada, que nunca habían ido a una presentación suya. Salieron a fumar un cigarro y a charlar cuando vieron llegar a El Drogas con la guitarra al hombro y, aún viéndolo, no se lo creían. Venía algo ronco por el concierto de la noche anterior, pero traía la sorpresa de que tocaría y cantaría dos temas, uno de ellos, “En punto muerto”, era inédito y lo tocaría por primera vez en la presentación. Patxi tampoco se lo creía, le tenía al lado, estaba junto a él, y no se creía que estuviesen juntos. Lo mismo le ocurrió la vez anterior, en la presentación de Ajuste de cuentos. Él siempre le había visto desde abajo del escenario, gritando las jodidas buenas canciones de Barricada, y luego se entera de que El Drogas le lee, que la admiración es mutua. La hostia, qué vida. El reverso es que Kutxi no aparecía y ya estaba tardando. Patxi le llamó por teléfono y lo cogió El Piñas, de Marea. No sabía dónde estaba, se dejó el móvil en el local de ensayo la noche anterior. Ya sabe Patxi que no aparecerá, que se le ha ido la olla, como en aquella ocasión en la que le llevó a la feria del libro de Durango y cuando estaban allí descubrieron que había sido la semana anterior, o cuando fue a ver un concierto de no sé quién a Logroño porque había visto un cartel y resulta que el cartel era del año anterior. Después de la presentación logró hablar con él. Kutxi le dijo ¿pero no es mañana? Cosas de Kutxi.”


25/12/13

Gente simpática. La banda sonora (10): “Excusas”, de Ni voz, ni bótox



10. “Excusas”, de Ni voz, ni bótox

“Javier Pascual me ha pedido que lea un poema de David González antes de comenzar con su actuación. Me lo escribe en un papel, muy rápido y en dos segundos preparo su lectura. Se trata de “Excusas”, un poema que Ni voz ni bótox han adaptado y con el que quieren empezar el recital en acústico. Así que cojo de nuevo el micrófono y recito lo mejor que puedo ese poema de David. A continuación empieza la actuación de Ni voz ni bótox, y lamento que no haya podido ser en eléctrico, porque merecen pero mucho la pena.

Me quedo un par de temas junto a July y Vic, mirando la actuación. Pero la gente se acerca, quiere saber más cosas del libro. Charlo con unos y con otros sobre lo que significa, sobre cómo logramos que tal o cual músico colaborase. Entonces llega el editor con una torre de libros, nos dice que se va en cuanto acabe la actuación y nos enseña el dedo: ha cerrado el capó del coche con el dedo dentro y tiene, sí, pinta de estar fracturado.”




24/12/13

"El descrédito. Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinad Céline", consideraciones



Hace días que acabé de leer El descrédito. Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinad Céline y me sigue zumbando la cabeza con algunos temas claves en referencia al autor francés.

El primero es discernir si Céline era un “todo”, esto es: si Céline persona y Céline escritor eran el mismo personaje. Argumentos a favor de una u otra postura hay en el libro, muy bien fundamentados, pero yo lo tengo claro: si algún escritor se merece el calificativo de “visceral” sin duda alguna ese es el escritor francés. Pero no solo eso, su visceralidad es tan esencial y tan inmensa que lo arrastra sin darle la mínima oportunidad a lo que su cerebro tenga que opinar de tal o cuál actitud de vida. Céline vomitaba sobre el papel, escribía con su bilis, con su sangre y con su semen. No admitía dobleces, ni falsificaciones, mi mentiras. Por eso Céline era Céline y no un perro faldero.
Para bien y para mal, Céline era un pobre hombre, un diablo convertido en juguete roto, como nosotros y, como tal, escribía. Dice al respecto Bruno Marcos en su genial aportación: “Céline no se repone después de que el mundo lo derribara, no encuentra consuelo y no alcanza a proponer nada sino que va directamente contra la existencia”. Entonces, si Céline va contra el mundo que lo ha arrollado, si predica en sus escritos un “existencialismo sin salida” (palabras más que acertadas de Bruno Marcos), ¿por qué escribe?
¿Por qué escribe Céline si el mundo es una basura y el hombre es un ser condenado a fracasar?
Y, no solo eso, ¿por qué vive, por qué no se quita la vida?
Bruno Marcos nos da la respuesta: “Cuando se hace el relato de un trauma o de una enfermedad siempre hay un fin terapéutico, aprender algo de la enfermedad para curarla...”. Céline era, sí, un vividor, alguien que apreciaba la vida, que la amaba hasta la médula, y denostaba a los hombres porque no sabían disfrutarla sin hacer del mundo un lugar peor. Por eso vomitaba cuando escribía, de puro asco.

Respecto a los panfletos, a su posición antisemita y su colaboracionismo, voy a escribir una anécdota personal. El 11 de septiembre de 2001, veía absorto en la televisión cómo ardían dos torres inmensas de acero y cristal, cómo el símbolo de la cultura del máximo consumismo, el becerro de oro del capitalismo, se desmoronaba, se hacía migajas, desaparecía; cómo un grupo de fanáticos islamistas (eso pensaba entonces) habían exportado la guerra que sufrían en sus propios países, a miles de kilómetros de distancia, fruto del intervencionismo norteamericano, y la habían instaurado en el corazón de la city neoyorkina, en el mismo corazón financiero que marca con su sístole y diástole la economía del mundo. Y pensaba eso admirado, acobardado, alucinado y, porque no decirlo, con una media sonrisa culpable en la boca, como si en verdad se hubiese hecho justicia con aquella salvajada, porque el imperialismo yankee acababa de ser torpedeado.
Semanas después de aquella barbaridad pude leer en algún periódico y escuchar en la televisión que lo que mis ojos vieron no fue eso, que lo que realmente ocurrió en Nueva York fue un ataque antisemita, porque las Torres Gemelas (en realidad todo el World Trade Center, todo el Centro Mundial de Comercio) representaban el ideal de negocio de los judíos, que eran sus propietarios y gestores, y que judíos también eran la mayoría de los negocios que amparaban.
En una comida con amigos saqué a relucir esos comentarios sobre la supuesta conspiración antijudía. Para mi asombro la teoría Capitalismo = Judaísmo se admitía sin lugar a dudas (bien es cierto que aún hoy en día se duda de todo lo que “en realidad” aconteció aquel 11 de septiembre y no se tienen claras las mentes criminales que idearon aquella devastación). Me dio por pensar entonces si esa lacra llamada consumismo a la que nos lleva el capitalismo radial, el neoliberalismo económico, no es entonces una enfermedad mortal culpa de esos mismos judíos prestos a negociar y convertir vidas en monedas. Espero que una reflexión así no me califique de antisemita. De existir una concordancia, no la he hecho yo. Eso sí: pienso que en los negocios (como en la vida) no todo vale. Quizá Céline llegó a esa misma conclusión y odió, sí, y luchó contra el poder del dios Dinero que corrompe al hombre.

Porque, para terminar con las dudas sobre el universo Céline, también me pregunto sobre la vigencia de las palabras nihilistas y fatalistas del autor francés sobre la raza humana y la sociedad que ésta ha creado, y sobre el sentido de esas mismas palabras precisamente ahora, en época de crisis profunda (no solo económica, sino, y sobre todo, de valores en la sociedad actual, de creencias por las que hacer digna la vida que vivimos) como lo fue aquélla época que a él le toco vivir.
“Para comer, los ricos no tienen necesidad de matar con las propias manos. Dan trabajo a otros, como a ellos les gusta decir. Los ricos no hacen el mal, pagan por él”. Recupera Álex Portero estas palabras-reflexiones de Céline en su texto de la antología, y me viene inmediatamente al recuerdo la última novela del autor español que mejor sabe reflejar la historia que pisamos a diario, la vida que nos lleva, sin esperar a que el tiempo barnice la realidad de dorado como hacen otros escritores que necesitan la perspectiva de los años para sacar sus conclusiones. Estoy hablando de Rafael Chirbes. Escribe el autor valenciano en su última novela En la orilla, a propósito del hombre y de la crisis de valores que nos arrastra: “Si de algo sirve el dinero es para comprarles inocencia a tus descendientes. No es poca cosa. Te saca del reino animal y te mete en el reino moral. Te humaniza. [...]  El dinero tiene, entre otras infinitas virtudes, una calidad detergente. [...] Te concede esas manos impolutas que emergen de los blancos puños almidonados de las camisas. Ya no eres tú quién merodea en la noche. Te permites contratar a peones y criados que atrapen, degüellen y despellejen las piezas. [...]  Siempre les han llegado a los señores los animales ya cocinados, servidos en bandeja cubierta con una reluciente cúpula de plata [...] desfigurados hasta resultar irreconocibles y, por eso mismo, apetitosos a su falaz inocencia [...] Ningún rico medianamente inteligente practica el asesinato. [...] Para matar tienen a sus empleados”. Creo que estas palabras de Chirbes son suficientes para demostrar que, al menos en lo que a literatura se refiere, el hombre sigue siendo un ser humano igual de despreciable y que los postulados de Céline siguen hoy de plena vigencia.

Hoy, dominantes casi cien años más tarde, dos guerras mundiales más tarde (y, en España, una civil, entre hermanos), dos crisis económicas planetarias más tarde, desprovisto de valores morales cuando se acerca al poder, el ser humano sigue siendo un incorregible y desalmado animal carroñero.

EL DESCRÉDITO, Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline
-Prólogos y selección de Vicente Muñoz Álvarez y Julio Cesár Álvarez

23/12/13

Gente simpática. La banda sonora (9): “….”, Los Majaderos



9. “….”, de Los Majaderos

“Los Majaderos no tardan en aparecer: David Suárez, Suarón, con cresta punka de pega a colores y mallas lilas, en camiseta, con una cerveza en la mano; su guitarrista con iguales pintas y careta de fantasma, el resto de la banda está montando su instrumental y la nueva batería. Se demoran bastante, lo que aprovechan los disfrazados para vacilar a la gente y bailar un rato por la pista sembrando risas e inquietud. La sala está casi llena. Patxi y yo ya llevamos unas cuantas cervezas por lo que el viaje a los servicios (un peligro, por cierto, cuando las luces de la sala están apagadas) es continuo.


Sin previo aviso y sin presentación, Suarón comienza un discurso algo surrealista, micro en una mano y cerveza en la otra, y el público comienza a rugir porque debe saber que la cosa está a punto de empezar. Y así es, en un momento dado empieza a sonar la guitarra, luego la batería y luego todo el equipo junto, a un ritmo bastante punko que hace que nos pongamos a dar brincos sin parar. El tema dura dos minutos y vuelve un monólogo sobre otro asunto que enfría el ambiente, pero enseguida otro tema nos vuelve a poner a botar.  Cuando acaba la canción, Suarón y el guitarrista de la banda saltan del escenario a la platea y comienzan a jugar con el público, disfrazados con sus caretas. La gente comienza a moverse y algunos caen al suelo, ocasión que Suarón y su compinche aprovechan para intentar una sodomización en toda regla. Patxi se descojona de risa. Yo me le quedo mirando y me dice es que yo soy muy “básico” y se vuelve a partir la polla a reír.”  

(15 segundos de locura)

20/12/13

Gente simpática. La banda sonora (8): “Alligator skin”, de Black Horde (Pablo Tamargo, Tamar)

8. “Alligator skin”, de Black Horde (Pablo Tamargo, Tamar)


“Patxi y yo nos acodamos en la barra que acaba de abrir a la izquierda del escenario, y las cervezas continúan refrescándonos por dentro. Suenan Black Horde, un trío contundente, con un baterista, Jairo, jovencísimo, que todavía se está rodando, pero que no desmerece en nada al resto del grupo. Nos encantan a Patxi y a mí, tienen garra y fuerza, y mucho oficio, muchas horas de vuelo. A David le molesta que hable de la banda de Tamar y entiendo el porqué cuando les oigo sonar: es un gran bajista. Black Horde descargan un tema tras otro, hasta llegar al “Aligator skin”, un temazo que ya había escuchado antes y que quiero coger en vídeo para colgar en el blog de Simpatía.” 


El vídeo de aquella noche

Vídeo oficial del "Alligator skin"

18/12/13

Gente simpática. La banda sonora (7): “Planeta mentira”, de Kike Babas



“El buen ambiente transforma las sonrisas en abiertas carcajadas. Todo va deprisa, tres segundos de prueba de sonido (todo un  record) y finaliza la emisión con el “ya no me pongo” de Kike Babas y su Desbandada (por cierto, el tema se llama “Planeta mentira”). El último acorde de la canción coincide con los pitidos de la señal horaria que marca las tres de la tarde, como si todo hubiese estado medido y cronometrado. Nos miramos y sacamos la lengua, como el logotipo de The Rolling Stones.”



16/12/13

"Gente simpática". La banda sonora (6):“El tren del fracaso”, Yeska

6.  “El tren del fracaso”, Yeska


“Todos se quedan asombrados cuando entran en El Grito. Les gusta la sala. Es una sala de conciertos, una verdadera sala de conciertos. Qué pasada, yo quiero tocar aquí, dice Agnes. Siento cierto orgullo ajeno, que no debería corresponderme, pero que lo asumo como propio porque es un sitio único. Les muestro los módulos rodantes que idearon para separar ambientes o espacios, por si se hacen exposiciones o cualquier otro tipo de actividades. La barra del bar y los mostradores de las bebidas, iguales, rodantes. Saludo a la gente de la sala y les dejo la música para poner antes de que empiece el acto. Ojalá me acordase de los nombres de todos, de los técnicos de la mesa, de los pipas, de la gente de la barra y de la puerta. Yeska está probando sonido. Suenan muy bien, Diez ases en la manga es un buen disco, tiene tres temas brutales (“Acompañante”, “A saco!”, “El tren del fracaso”) y un tema que a mí me recuerda a esos Burning de finales de los 70, “El cristo de los perros”. Por cierto que el relato de mister Corleone surge de la canción “El tren del fracaso”.”


13/12/13

Gente simpática. La banda sonora (5): “Madre, qué será lo que quiere el perro”, de Juan Abarca

5. “Madre, qué será lo que quiere el perro”, de Juan Abarca



“Todo trascurre deprisa, a velocidad de locomotora y el estudio parece el camarote de los Hermanos Marx. Por segunda vez, por segundo día consecutivo, la metáfora del camarote se hace realidad. Dani, con Miguel Lucía a la guitarra, vuelve a cantar la historia que contenían esas mil tres líneas anotadas en un cuaderno, la historia de los Pozos de Caudé. Se me va quedando prendada esa historia. Luego Kike Babas lee uno de sus textos, también entrañable dedicado a Eskroto, el cantante de Tijuana in Blue. Luter desgarra con su guitarra y su voz bronca un nuevo tema; como ya lo hizo Juan Abarca y ese “perro” que no sabemos qué le pasa…” 



11/12/13

Gente simpática. La banda sonora (4): “Pequeños detalles”, de Luter

4. “Pequeños detalles”, de Luter

“Monty nos avisa que estemos preparados, que Chimo Bayo nos quiere entrevistar para su programa de radio, La casa de la Tía Enriqueta, desde Valencia. Son más de las once y media y ya han leído los últimos autores: los músicos-escritores que han amenizado la fiesta con sus directos. Busco a Antonio Yeska y no lo encuentro. Falta gente y Amparo, la hermana de Monty, me dice que están en los camerinos. Empieza Luter su actuación, la que cierra el recital, mientras voy a los camerinos. Allí están casi todos, apiñados en dos metros cuadrados: Ángel Petisme, Dani Sancet, Juan Abarca, Iñaki Estevez, las inseparables Merche y Monty, Antonio Yeska y el bajista de su grupo, Julio A. Gallego y más gente que no conozco. Las paredes amarillas, cubiertas de grafitis, no se ven. El humo espeso lo llena todo. Los petas se hacen de dos en dos, los de Herencia en una esquina, las de Valencia en la otra. Entre calada y calada, entre risas y toses, Ángel se zampa el bocadillo. Tiro algunas fotos. Ojos de rana cachonda en los rostros. Risas. Más risas. Suenan los acordes de Luter allí fuera, su vozarrón desgarrando “Pequeños detalles”. Copa de cerveza en la mano, fly en la boca, Monty me pasa el teléfono. Es Chimo Bayo que pregunta qué tal, cómo va la fiesta. Hablamos del libro, del buen ambiente que reina en el Gruta. Noto que se han callado, todos a mi alrededor beben y fuman, sonríen en silencio mientras hablo. Que en Valencia no puede ser menos, que tenemos que armarla allí. Eso me dice y le digo que sí, que vamos a ir a Valencia y que va a ser gorda y no sé cuantas cosas más. Le devuelvo el teléfono a Monty cuando acabamos de hablar. Es la entrevista más increíble que he hecho nunca. Ni siquiera sé cómo he sido capaz de centrarme, con el petardo quemándome los labios. Bebo un trago largo de cerveza y Antonio me pasa otro cigarrillo, Enciéndelo, te lo mereces."




9/12/13

Gente simpática. La banda sonora (3): “Los olvidados”, de Ángel Petisme

3.  “Los olvidados”, de Ángel Petisme


“...desde dentro es difícil saber cómo ha salido la presentación. Tenemos buenas vibraciones, pero nos lo confirman los amigos que cubrían las paredes del auditorio de Fnac: ha gustado y no se hizo pesada. Es el momento gallinero, donde salen solas las risas y todos nos mezclamos con todos. Pero no podemos esperar mucho porque a cinco estaciones de metro de allí nos espera la fiesta en el Gruta 77.  El Indio Zammit nos apremia, porque la apertura de puertas está prevista a las nueve de la noche y no podemos llegar mucho más tarde. El Indio se lleva a gente para allá. Encargará unos bocadillos para que no nos entretengamos en los bares. A nosotros nos apetece la cerveza, parece que nos llama, y sabemos que eso significa no cumplir con lo prometido. Aún así, Patxi, yo y la mitad de autores de la presentación, nos dejamos arrastrar por Ángel Petisme para una caña rápida, que será un tubo. Tiempo de sobra para hablar de su nuevo disco-libro, Under wood songs, que nos enseña en primicia. Tiene una pinta buenísima, dos portadas (se le da la vuelta y una es para el libro y otra para el disco) y dentro bastante de su alma de juglar, recuperando canciones y versos de hace años que quedaron en el fondo del cajón. No puedo olvidar aquella primera vez que vi a Petisme cantar “Los olvidados”, al público coreando el estribillo con él. Todos los que le conocemos sabemos que son muchos años los que lleva pelándose el culo en la carretera, de recital en concierto, que nadie le ha regalado nada, y que ojalá pudiésemos los demás tener el mismo espíritu de siemprefiesta después de tanto tiempo luchando. Apuramos la cerveza y cogemos el metro. Voy hojeando el libro de Petisme. En una de las dos portadas aparece un chaval con chupa de cuero muy a lo Clash. Tiene un aire a David Bowie. Le pregunto a Ángel quién es. Sonríe: Soy yo, por entonces.”




7/12/13

Gente simpática. La banda sonora (2): “Sembrar la verdad”, Insolenzia

2.  “Sembrar la verdad”, Insolenzia

“...después de Yeska subirá Insolenzia al escenario. 
Apenas tardan dos minutos entre grupo y grupo. Ni me entero de que ha llegado el resto de la banda desde Zaragoza. Voy al backstage y saludo a Isabel Marco, guitarrista rítmica y voz de Insolenzia en algunos temas. Pantalones de cuero y camiseta sin mangas, sujetador marcando puntillas encarnadas. Vuelvo a escuchar “Sembrar la verdad”, ese tema de los Pozos del Caudé. Tardaré unos días en leerme el libro que Dani me ha regalado y que salió junto con el disco. Una maravilla de novela hilada con la música que tendrá segunda y tercera parte, puesto que está concebida como una trilogía. Por eso entiendo que Dani se defina más como escritor que como letrista, compositor o cantante, aunque todo lo que hace, lo hace muy bien.
 A media actuación suben todos los músicos presentes que participan en el libro a cantar el “Animal caliente” de Barricada: Agnes, Monty y Antonio Yeska Corleone. Agnes y Monty comparten micro con Isabel, Antonio con Dani. Es un espectáculo sublime, digno de ver, porque trasmiten una fuerza arrolladora. 
Vuelvo con Patxi a la barra, a firmar ejemplares para las familias de Río de Oro o para los amigos de la ciudad. Cuando me entregan un libro ya firmado por Patxi veo que ha calcado mis dedicatorias. Se lo enseño y ríe. Qué cabrón….”




4/12/13

La banda sonora de Gente simpática: (1) “A saco”, Yeska

1.  “A saco”, Yeska

“Sobre los viejos elepés apilados reposa un amuleto. Es una guitarra eléctrica de acero, dorada, que cuelga de un simple cordón de cuero. Debajo dos anillos. Uno sencillo, también de acero. El otro es una sortija de plata, con una opalina transparente. Todo tiene su sentido. El colgante de la guitarra me lo regaló Javier, un compañero del curro, cuando supo que estaba liado con la antología de rockeros. Para que te la cuelgues al cuello esos días, tron. Me gustó. Javier sabía que andaba buscando algo así. Es rockero, como yo, y tiene más o menos mi edad: casi cincuenta tacos. El anillo de acero y la sortija son de aquellos años en los que Bacø pinchaba en garitos. Aquel Quinto Infierno de Villalba y aquellos estudios de radio de hace tantos inviernos. Bacø, que resucitó hace diez años con la intención de recuperar el tiempo perdido.

Patxi acaba de llamar para decir que viene de camino. Es pronto, yo lo esperaba más tarde. Tenía que comer con nuestra nueva editora, y firmar el contrato de ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis! Al parecer su tren se ha retrasado y han tardado en encontrarse en el maremagnun de Atocha a esas horas.
Cuelgo la guitarra de mi pecho. La acaricio. Me gusta sentir la sensación del acero: frío al inicio, ardiente cuando lo separas del cuerpo. Tiene algo de erótico el acero, algo que hace que me cautive. Solo por esa sensación llevo el reloj que me regalaron cuando me invitaron a pronunciar el pregón de unas fiestas: al quitármelo, antes de acostarme cada noche, su calor me hace sentir vivo. Coloco el anillo en el meñique izquierdo y la sortija en el derecho. Falta un último detalle, un foulard malva que me regaló Isa hace también muchos años, en aquélla época. Me cubro con él la garganta, dos vueltas, y salgo a la calle. Hoy es un día importante.

 


Me acompañan los ecos de Diez ases en la manga, el cedé que acaba de publicar Yeska, mientras recorro las aceras húmedas. Ha sonado un par de veces mientras preparaba las cosas para la presentación. Tatareo “A saco”. Lo tengo clavado en la memoria. Hace algo de frío y ha estado lloviendo, pero sonrío y camino susurrando el estribillo “que te puedes morir, que no voy a echarte de menos”. 





3/12/13

Gente simpática. La banda sonora (Ø): “Sympathy for the devil”

0. “Sympathy for the devil”, The Rolling Stones


“Bajamos las escaleras del Savoy y ya se adivina que está lleno, hasta arriba. Calor humano. Nada tan reconfortante después del viaje desde Oviedo. Las gafas se nos empañan a los dos y no vemos posible siquiera acercarnos a la barra. Toca un grupo, algo popy me parece por los primeros acordes escuchados. Cuando las gafas empiezan a desempañarse vemos que aquello está a tope. La chavalada anda en camiseta y los abrigos están colgando de la barra, de la enorme barra del bar que se ha convertido en ropero. Ya en Oviedo me di cuenta de que las chavalas se visten de corto y el abrigo que las protege del frío exterior cuelga de su bolso a modo de percha. Aquí ocurre lo mismo con la barra de madera del Savoy. El grupo toca ahora algo más psicodélico, una versión del “Suzie Q” muy bien tocada. Patxi y yo nos decidimos a cruzar el mar de gente para aproximarnos al escenario y a la barra. Llevamos no sé cuántas cervezas y la garganta se nos ha abierto. Tenemos sed. Logramos entrar hasta un par de metros del escenario y nos mimetizamos con un grupo de chicas que baila moviéndose lentamente, como los hippies de los 70. Hay buen ambiente y se nos ofrecen veinte centímetros en la barra para poder pedir. Justo en el momento en el que Patxi llama al camarero el grupo reanuda su actuación. El porqué de este diario surge en ese mismo momento. Parece... no es seguro... parece... sí, están tocando el “Sympathy for the devil”, y no es posible tanta casualidad. Patxi deja de mirar al camarero para mirarme a mí. Nos reímos, joder, qué fuerte, le digo a Patxi, esto hay que escribirlo. Así somos los escritores. No pensamos más que en escribir todo aquello que nos llama la atención, que nos hace tilín en el cerebro, todo lo anecdótico que queda grabado en la memoria. Nos damos la vuelta y disfrutamos de la actuación. Gritamos como posesos el uuuuju a pleno pulmón, cantamos con el resto de público de la sala, que también grita uuuuju de modo enloquecido, que se retuerce sobre sus piernas, que se contonea y mueve la cabeza de un lado a otro. Momento mágico que hace que me decida a escribir este diario con las anécdotas del Simpatía. Cuando acaba el tema ya tenemos las cervezas en la mano y hemos encontrado un hueco en la barra para colocar los abrigos, encima de más abrigos. La noche promete y fumamos tranquilos, dejándonos llevar por la música.”



Simpatía por el Diablo 

Por favor, déjame que me presente 
soy un hombre de riquezas y buen gusto 
Ando rodando desde hace muchos años, muchos años 
He robado el alma y la fe de muchos hombres. 
Yo estaba allí cuando Jesucristo tuvo su 
momento de duda y dolor 
y me asegure por los infiernos que Pilatos se 
lavara las manos y sellara su destino. 

Encantado de conocerte 
Espero que sepas mi nombre 
Pero lo que te desconcierta 
es la naturaleza de mi juego 

Estaba cerca San Petesburgo 
cuando vi que había llegado el cambio. 
Mate al zar y a sus ministros 
Anastasia grito en vano. 
Conduje un tanque, tenia el rango de general 
cuando estallo la guerra relámpago 
y los cuerpos hedían. 

Encantado de conocerte 
Espero que sepas mi nombre 
Pero lo que te desconcierta 
es la naturaleza de mi juego 

Mire con alegría mientras vuestros reyes y reinas 
luchaban durante diez décadas por los diosas que crearon 
grite: ¿quien mato a los Kennedy? 
cuando después de todo fuimos tu y yo 
Deja que me presente 
soy un hombre de riquezas y buen gusto. 
Tendí trampas a los trovadores 
que murieron antes de llegar a Bombay 

Encantado de conocerte 
Espero que sepas mi nombre 
Pero lo que te desconcierta 
es la naturaleza de mi juego 

Al Igual que cada policía es un criminal 
y todos los pecadores santos 
y cara o cruz es lo mismo, llámame simplemente Lucifer. 
Necesito cierto freno 
Así que si me encuentras, ten cortesía 
un poco de simpatía y cierta exquisitez 
Usa tu bien aprendida educación 
¡o haré que se te pudra el alma! 

Encantado de conocerte 
Espero que sepas mi nombre 
Pero lo que te desconcierta 
es la naturaleza de mi juego


2/12/13

"El desorden de Noviembre", de María Jesús Silva, presentación en Madrid


Hoy 2 de diciembre a las 19:30 horas, en la librería Alberti, calle Tutor 57, de Madrid, se presentará el poemario "El desorden de Noviembre", de mi amiga María Jesús Silva. Contará con la presencia de Juan Gracia Armendáriz, autor del prólogo,  y del editor, Jorge Espina.

"El desorden de Noviembre" es un poemario íntimo, abisal, cargado de melancolía y, a la vez, contiene la luz difusa y necesaria para poder distinguir los objetos que nos rodean. Objetos cotidianos a los que María Jesús Silva ha dotado de un significado especial. El abandono está muy presente en los poemas. La soledad, sufrida y querida a la vez. La perspectiva de que un nuevo mundo existe al otro lado de la puerta, un universo diferente, atractivo y temible a la vez (pero al otro lado y hay que abrir la puerta). La indecisión, el miedo, la muerte del pasado. La dolorosa separación de lo habitual, el cúmulo de recuerdos que asfixia y da calor a la vez, la triste repetición de los días y la llegada, siempre puntual, de Noviembre. Todo el exorcismo de la mutación está presente en el poemario, buscando efectuar "el cambio". 
María Jesús Silva, con este "El desorden de Noviembre", abre su pecho y nos enseña el alma. Una alma transparente y líquida, como una cortina de lluvia.

La  escalera


Apoyada en un rincón
entre la puerta y el armario
se oculta la vieja escalera.

Ha perdido algunos tornillos
y se posa en un muro de lamento.
Infinitas capas de pintura
ocultan el brillo de los escalones.
El óxido ha deformado
y fracturado peldaños.

Espera cuidados
y defiende que su voladizo es fuerte
todavía.

Mañana la suprimen
llega la otra
más joven
apenas pesa.
Extensible
y transformable.



          María Jesús Silva
               El desorden de noviembre

                       Ediciones La Baragaña