11. “En punto
muerto”, de El Drogas
“Simpatía
ha vuelto a generar buen rollo a su paso [por León], y ha habido momentos muy felices. He
echado de menos a Patxi, las confidencias y comentarios que hacíamos después de
cada una de las anteriores
presentaciones, comentar las anécdotas, nuestros viajes de regreso. Sé que a él
le pasó lo mismo en Pamplona cuando presentó allí el libro, el 25 de noviembre,
porque un poco después de que acabase la presentación, cuando se relajó, se
acordó de mí y me llamó. Estaba exultante, no las tenía todas consigo de que
saliese todo bien. Buscó la confidencia, como yo ayer, cuando le llamé para
contarle todo lo de las presentaciones. Todo, con pelos, señales, gestos y
sensaciones. Lo mismo que hizo él cuando lo de Pamplona. Me dijo que llevaba
unos días mosqueado porque no tenía claro que apareciesen El Drogas y Kutxi, y
eso aún habiendo confirmado que venían. El Drogas, porque la noche anterior
estaba en Orihuela, dando un concierto con Barricada
en homenaje a Miguel Hernández, y
Kutxi porque se le va la olla de tantas historias en las que está metido.
Además, tenía que hacer de librero, contable, presentador, antólogo, mancebo y
editor, responsabilizarse de los libros y de la pasta, y, como yo, es de
letras, y esto de los números como que nos da yuyu. Aparco lo más cerca que pudo del París, el bar-comedor dónde
se hizo la presentación, lo más cerca sin pagar el impuesto revolucionario de
la línea azul, y tuvo que cargar con las dos cajas de libros un buen trecho.
Así que cuando llegó estaba hecho mierda, pero fue ver a Patxi Lasa, el hombre
que montó lo del comedor social, y subirse arriba. Patxi Lasa, un tío capaz de
hacer diez mil historias desde su silla de ruedas, que montó el primer sex-shop
de Pamplona, metido siempre en movidas, desde musicales a político-sociales y
que ahora congrega a decenas de voluntarios para dar tres comidas por cincuenta
céntimos a gente que pasa hambre en Iruña, aunque jode que se diga esto, porque
se oculta en una ciudad que se vende al mundo como Yupilandia. Recuerdo que me dijo con emoción que apareció por
allí su hermano y su cuñada , fans de
Barricada , que nunca habían ido a
una presentación suya. Salieron a fumar un cigarro y a charlar cuando vieron
llegar a El Drogas con la guitarra al hombro y, aún viéndolo, no se lo creían.
Venía algo ronco por el concierto de la noche anterior, pero traía la sorpresa
de que tocaría y cantaría dos temas, uno de ellos, “En punto muerto”, era
inédito y lo tocaría por primera vez en la presentación. Patxi tampoco se lo
creía, le tenía al lado, estaba junto a él, y no se creía que estuviesen
juntos. Lo mismo le ocurrió la vez anterior, en la presentación de Ajuste de cuentos. Él siempre le había
visto desde abajo del escenario,
gritando las jodidas buenas canciones de Barricada ,
y luego se entera de que El Drogas le lee, que la admiración es mutua. La
hostia, qué vida. El reverso es que
Kutxi no aparecía y ya estaba tardando. Patxi le llamó por
teléfono y lo cogió El Piñas, de Marea. No sabía dónde estaba, se dejó el móvil
en el local de ensayo la noche anterior. Ya sabe Patxi que no aparecerá, que se
le ha ido la olla, como en aquella ocasión en la que le llevó a la feria del
libro de Durango y cuando estaban allí descubrieron que había sido la semana
anterior, o cuando fue a ver un concierto de no sé quién a Logroño porque había
visto un cartel y resulta que el cartel era del año anterior. Después de la
presentación logró hablar con él. Kutxi le dijo ¿pero no es mañana? Cosas de Kutxi.”
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