El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

27/12/13

Gente simpática. La banda sonora (11): “En punto muerto”, de El Drogas




11. “En punto muerto”, de El Drogas

Simpatía ha vuelto a generar buen rollo a su paso [por León], y ha habido momentos muy felices. He echado de menos a Patxi, las confidencias y comentarios que hacíamos después de cada una de las anteriores presentaciones, comentar las anécdotas, nuestros viajes de regreso. Sé que a él le pasó lo mismo en Pamplona cuando presentó allí el libro, el 25 de noviembre, porque un poco después de que acabase la presentación, cuando se relajó, se acordó de mí y me llamó. Estaba exultante, no las tenía todas consigo de que saliese todo bien. Buscó la confidencia, como yo ayer, cuando le llamé para contarle todo lo de las presentaciones. Todo, con pelos, señales, gestos y sensaciones. Lo mismo que hizo él cuando lo de Pamplona. Me dijo que llevaba unos días mosqueado porque no tenía claro que apareciesen El Drogas y Kutxi, y eso aún habiendo confirmado que venían. El Drogas, porque la noche anterior estaba en Orihuela, dando un concierto con Barricada en homenaje a Miguel Hernández, y Kutxi porque se le va la olla de tantas historias en las que está metido. Además, tenía que hacer de librero, contable, presentador, antólogo, mancebo y editor, responsabilizarse de los libros y de la pasta, y, como yo, es de letras, y esto de los números como que nos da yuyu. Aparco lo más cerca que pudo del París, el bar-comedor dónde se hizo la presentación, lo más cerca sin pagar el impuesto revolucionario de la línea azul, y tuvo que cargar con las dos cajas de libros un buen trecho. Así que cuando llegó estaba hecho mierda, pero fue ver a Patxi Lasa, el hombre que montó lo del comedor social, y subirse arriba. Patxi Lasa, un tío capaz de hacer diez mil historias desde su silla de ruedas, que montó el primer sex-shop de Pamplona, metido siempre en movidas, desde musicales a político-sociales y que ahora congrega a decenas de voluntarios para dar tres comidas por cincuenta céntimos a gente que pasa hambre en Iruña, aunque jode que se diga esto, porque se oculta en una ciudad que se vende al mundo como Yupilandia. Recuerdo que me dijo con emoción que apareció por allí su hermano y su cuñada, fans de Barricada, que nunca habían ido a una presentación suya. Salieron a fumar un cigarro y a charlar cuando vieron llegar a El Drogas con la guitarra al hombro y, aún viéndolo, no se lo creían. Venía algo ronco por el concierto de la noche anterior, pero traía la sorpresa de que tocaría y cantaría dos temas, uno de ellos, “En punto muerto”, era inédito y lo tocaría por primera vez en la presentación. Patxi tampoco se lo creía, le tenía al lado, estaba junto a él, y no se creía que estuviesen juntos. Lo mismo le ocurrió la vez anterior, en la presentación de Ajuste de cuentos. Él siempre le había visto desde abajo del escenario, gritando las jodidas buenas canciones de Barricada, y luego se entera de que El Drogas le lee, que la admiración es mutua. La hostia, qué vida. El reverso es que Kutxi no aparecía y ya estaba tardando. Patxi le llamó por teléfono y lo cogió El Piñas, de Marea. No sabía dónde estaba, se dejó el móvil en el local de ensayo la noche anterior. Ya sabe Patxi que no aparecerá, que se le ha ido la olla, como en aquella ocasión en la que le llevó a la feria del libro de Durango y cuando estaban allí descubrieron que había sido la semana anterior, o cuando fue a ver un concierto de no sé quién a Logroño porque había visto un cartel y resulta que el cartel era del año anterior. Después de la presentación logró hablar con él. Kutxi le dijo ¿pero no es mañana? Cosas de Kutxi.”


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