El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

10/3/14

"Un libro lleno de verdad...diferente, genuino y de gran calidad." Reseña sobre "Gente simpática" por Miguel Baquero para El Heraldo del Henares


por Miguel Baquero - 09-03-14 
Gente simpática 
Esteban Gutiérrez/Baco 
    Confieso que, cuando el autor me hizo llegar este libro (con un fuerte abrazo, como acostumbra él a puntualizar), la acogida por mi parte fue bastante escéptica.
   
    Como me explicó, Gente simpática se asentaba sobre una base bastante sencilla: hace algunos años, E. Gutiérrez, junto con el también escritor y cuentista Patxi Irurzun, tuvieron la idea de pedir a la gente del rock que les escribieran relatos; relatos que posteriormente se reunirían en un volumen titulado Simpatía por el relato: Antología de cuentos escritos por rockeros.
   
    Pues bien, este Gente simpática (The Sympathy Tour) era la crónica de cómo, una vez dicha antología de relatos salida de imprenta, los autores organizaron una especie de gira, muy parecida a las musicales, por diferentes ciudades de España para dar a conocer el libro, siempre con la ayuda de algunos de los autores de los cuentos y otros músicos amigos, que o bien daban conciertos (eléctricos a veces, otras acústicos, dependía de la sala) o bien subían al escenario a leer su relato.
   
     “Gente simpática” se adornaba con un cuadernillo central de fotos y… bien, como decía, cuando el autor me lo entregó no pude dejar de pensar que no era más que un libro de circunstancias publicada a mayor (y única) satisfacción de los intervinientes.
   
    Sin embargo, uno nunca aprende. Es más, cuántas veces me ha ocurrido que los libros en apariencia más sencillos esconden magnífica literatura… y viceversa, que los libros más aclamados a mí dejan frío por completo.
   
    Pero sobre esto habría mucho que contar y ahora estamos con Gente simpática, el libro de Esteban Gutiérrez. Apenas comencé a leerlo, advertí su estilo sencillo (que no descuidado), conciso, directo a la verdad sin entretenerse en retóricas.
   
     Quizás porque (es lo segundo que uno advierte) este libro está cargado, repleto de verdad y no le hace falta adornarse con metáforas. Se sostiene por sí mismo, sin artificios. Es auténtico desde las palabras iniciales de Irurzun, el otro antologuista del libro que originó todo esto: “Todavía sigo tocando la guitarra eléctrica con una raqueta de tenis”.
   
    De la misma manera sincera, y sin cloquear ni infatuarse de nada, toma la palabra poco después Esteban Gutiérrez para contar al lector que él llevaba, en sus tiempos rockeros de juventud y con el seudónimo de “Baco”, un programa de radio en el que se sentía pleno, pero la vida poco después, con su búsqueda de una seguridad laboral, con sus obligaciones familiares y todas esas cosas tan serias, le obligó a estabilizarse (o a estabulizarse) y dejar aquel viejo seudónimo de “Baco” para, todo lo más, sus incursiones literarias.
   
    Hasta que la idea de hacer una antología de cuentos escritos por rockeros le hizo desempolvar por completo aquel viejo alias y colgárselo al cuello con todas sus consecuencias.
   
    En otras circunstancias, la crónica de la gira de presentación del libro habría sido un mero censo del mundo del rock subterráneo (o alternativo o suburbial, todo sea dicho sin ánimo de ofensa), una especie de “pasar lista” que no tendría mayor interés.
   
    Pero es precisamente esa vuelta de Baco, esa ilusión, ese asombro renovado, ese entusiasmo —que no por nada decían los antiguos que era “el toque directo del dedo de los dioses”— que embarga al autor lo que hace de este Gente simpática un libro diferente, genuino y de gran calidad.
   
    Porque el autor sabe comunicar su arrebatamiento al lector, compartirlo con él, y gracias a eso es que contemplamos a los rockeros que van subiendo y bajando del escenario con esa admiración que se merecen, como tipos que no han renunciado a la verdad “báquica” y no les importa sobrevivir con lo mínimo, pero con la seguridad de no haberse traicionado.
   
    Es por esa fascinación bien transmitida por lo que devoramos cada uno de sus gestos, de sus palabras, de sus risas, admirados todavía, como el autor, de que nos hayan permitido compartir esos momentos con ellos…
   
    Nadie piense, sin embargo, que todo se reduce a un estúpido y prolongado “momento fan”. Si de algo, pese a todo, le ha servido a Esteban Gutiérrez/Baco su estancia de tantos años en el mundo digamos “reglado” es para retornar a su fiebre juvenil casi olvidada con el pleno convencimiento de lo que está haciendo.
   
    No deslumbrado ni hipnotizado por la figura del tipo que se sube un escenario algunos metros por encima de nosotros y nos puede parecer un gigante. Al contrario, el autor conoce lo que es la realidad: la dureza de los viajes, el comer de menú; de vez en cuando, por ejemplo, echa un ojo al puesto de libros que hay a la entrada y sabe que no se están vendiendo como él querría, tiene miedo a veces de entreabrir el telón antes de un concierto y contemplar la sala vacía, sabe, incluso, que hacia el mismo Irurzun a quien ahora abraza de la forma más amigable pudiera sentir antipatía o algo así si tuviese que convivir demasiado con él, porque así pasa a menudo en la vida…
   
    No, el autor no engaña a nadie, no edulcora nada, en ningún momento carga las tintas en sentido positivo.
   
    Todo es verdad en este libro: la admiración del autor por el mundo que describe, su pasión, también su estilo y por supuesto esos instantes de poesía: no veía el momento de traer aquí este fragmento, escrito con ocasión de un viaje de la gira, cuando el autor se detiene un momento y mira en torno a la naturaleza:
   
    …Mientras fumo me acuerdo de esos otros espectáculos naturales, del mal embravecido que recarga mi alma de energía, de puestas de sol sobre el agua que me invitan a cumplir los sueños por la noche, de tardes de lluvia que tienen la facultad de abrirme los pulmones y meterme saudade por los ojos, de bosques de umbría en otoño, capas de colores, hayedos, que me colman de misterio…
   
    Soy un lector afortunado. En poco más de un mes me he tropezado (esa es la palabra) con dos libros magníficos: El corazón de la besana, que reseñé en este mismo diario hace poco, un recorrido por las costumbres más genuinas del Sudeste español, y ahora este Gente simpática, ambientado en el mundo del rock irreductible.
   
    Ambos son libros cargados de verdad que apenas si llegaran a leer unos pocos, pero estoy seguro de que todo iría mejor si fueran estos libros lo que ocuparan los escaparates y no tanta novela de imberbe o tanto manual tontorrón de autoayuda.
   
    Miguel Baquero
   
   
    Ficha técnica:
   
    Título: Gente simpática (The Sympathy Tour)
    Autor: Esteban Gutiérrez Gómez/Baco
    Edita: Ateneo Obrero de Gijón (colección Zigurat)
    220 páginas 

Quiero dar las gracias en público a Miguel, no solo por la reseña y por el apoyo que siempre me ha mostrado, sino por haber sabido ver que la historia de Baco es la que sustenta el libro fuera aparte de las intimidades en los conciertos y presentaciones o las anécdotas de cómo se gesto este proyecto de cuentos rockeros. La historia de Baco, un joven que lo tenía todo sin tener nada, simplemente haciendo lo que le gustaba hacer, y que dejó escapar aquella felicidad para poder sustentar una familia, creándose obligaciones y deberes inexcusables, para dejar atrás, en el pasado, al personaje que desentierra en "Gente simpática" y que es en verdad quién le da la vida, quién le otorga fuerzas ahora para seguir adelante, para luchar y conseguir sus propósitos, que ya no son "ser más y mejor", sino saber disfrutar del camino, sea este el camino que sea. Esa es, en palabras de Miguel Baquero, "la verdad".

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