El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

20/1/14

BONUS TRACK Gente simpática. La banda sonora (20): “22 de mayo”, Barricada




BONUS TRACK

20. “22 de mayo”, Barricada

“A las ocho de la mañana ya estoy en la carretera, superando el atasco de la salida de Madrid. Cada uno de mis meñiques luce un anillo, llevo el fular al cuello y de él pende mi guitarra de acero dorado. Suena en el radiocedé del coche lo último de Barricada. La tierra está sorda me ha dejado flipado. A pesar de que lleva más de un año rulando, no había escuchado el disco hasta hace unos días. No me extraña que Kutxi Romero me dijese que El Drogas estaba deseando leer todo lo que tuviese que ver con la guerra civil. El poeta leonés Abel Aparicio le habló del colibrí y Kutxi me pidió un ejemplar para hacérselo llegar a El Drogas. Lo mismo me ocurrió con Dani Sancet, que vio que en el prólogo hablaba de un mítico maqui, Florián García, apodado Grande, y me dijo que El Drogas debía de leerlo.
Me preocupa que no se entienda lo que he querido transmitir con El colibrí blanco.  El libro ha llegado a muchos sitios, pero no tengo respuestas. Queda mucho camino para alcanzar la paz en este país. El colibrí blanco muestra unos hechos en los que toda la acción gira en torno a un personaje humano. He huido de grupos, de facciones, de cualquier tipo de asociación para mostrar un sentimiento de hombre. Un hombre con sus fortalezas y debilidades, con sus pensamientos y su conciencia que siendo un asesino un día tiene una debilidad y esa debilidad le lleva a tener más, de tal modo que cambia su suerte y se hace presa del miedo que intentaba evitar. Lo que se muestra en el colibrí no es otra cosa que la lucha interior de un personaje que aparenta ser una cosa y es otra. Esa lucha que no conoce nadie, ni su propia familia, ni sus mejores amigos, saldrá a la luz más de cincuenta años después de cuando sucedieron los hechos, y cincuenta años después las cosas no han debido cambiar demasiado, porque se decide tapar el asunto. El resultado es que después de tanto tiempo, todavía existe ese miedo inserto en muchos corazones y la barbaridad humana se hace presente. La guerra habrá acabado, sí, pero aún hoy el temor continúa.
Así que, mientras más a la izquierda dicen que hago héroe a un facha, más a la derecha dicen que se ve que mi corazón es subversivamente rojo. Rojos y fachas, como entonces. Y nadie entra a valorar por qué suceden las cosas, ni por qué todavía nos domina el miedo.

Algo de niebla cubre el valle a los pies de Navacerrada ofreciendo un espectáculo de mar de nubes brillantes. Paro en la subida al Alto del León y me fumo un cigarro disfrutando de esos pocos momentos en los que la naturaleza te ofrece de modo impagable algo que escapa a la acción del hombre. Este viaje tiene algo de eso, porque busco también los bosques de castaños de El Bierzo en otoño, y los pámpanos rojos de las viñas de uva mencia, las vides más antiguas de España, muchas de ellas de época romana. Quizá sea tarde y todo esté ya pelado por el invierno. Mientras fumo me acuerdo de esos otros espectáculos naturales, del mar embravecido que recarga mi alma de energía, de puestas del Sol sobre el agua que me invitan a cumplir los sueños por la noche, de tardes de lluvia que tienen la facultad de abrirme los pulmones y meterme saudade por los ojos, de bosques de umbría en otoño, capas de colores, hayedos, que me colman de misterio.

Reanudo el camino. No llueve, todo lo contrario, hace un sol débil, bonito y esperanzador, aunque el termómetro del coche marca solo seis grados. Sigo con los Barri (Fecha para no olvidar ¡22 de mayo!) por los campos de Castilla.”

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