El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

5/7/13

“Hombres frágiles, mujeres de cristal”, nuevo libro de relatos de Andrés Portillo



Una recopilación de relatos llena de referentes como la novela negra, el cine de los años 50 o el realismo mágico. 
Veinticinco relatos de amor y odio, de perdón y lamento escritos en los últimos 3 años por el autor getafense. Mujeres que escapan de la soledad por carreteras secundarias, que buscan el amor en casas vacías, que necesitan un cómplice, una caricia. Hombres que se enfrentan a la mala suerte con inocente torpeza, que reclaman compañía, un trago a medianoche, que buscan también un cómplice, una caricia. Hombres y mujeres que nos acercan a la fragilidad humana: el amor, el dolor, la soledad... donde, de vez en cuando, se cuela un poco de felicidad.

El botón de muestra:

Bochorno
Hace tanto calor que el vecino del 2º derecha no puede dormir. Suda como un cerdo. Así que se levanta de la cama y abre la ventana del dormitorio en busca de una pequeña corriente de aire fresco.
En el bloque de enfrente hay una habitación iluminada. Un hombre y una mujer discuten. El vecino del  2º derecha no los ve, pero escucha sus gritos. También escucha golpes, objetos que caen al suelo, muebles que crujen… Por un momento piensa en llamar a la policía, pero enseguida desecha la idea porque sabe que esas cosas no traen más que problemas.
La mujer del bloque de enfrente entra corriendo en la habitación iluminada. El hombre la persigue, se abalanza sobre ella como un animal rabioso. Y más golpes, más gritos, muebles que crujen, hasta que llega un silencio espeso y bochornoso.

Es entonces cuando el vecino del 2º derecha cierra la ventana y vuelve a la cama. Se tapa con la colcha de los pies a la cabeza porque ya no le importa sudar como un cerdo. Prefiere eso a escuchar el sonido chirriante de las ambulancias.

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