Me gusta la poesía de Luis y él es encantador, educado y amable. No me gusta su tendencia política, pero no lo valoro por ello. Tampoco a mí me gusta que me valoren por mis ideas políticas. Ante todo somos personas, luego viene lo de los colores y todo lo demás. Procuro alinearme a la izquierda, me gusta en el ring la esquina siniestra, y tengo predileción por la gente zurda, pero admito conversaciones respetuosas delante de una cerveza o un café. Las ideas, amig@s, se fortalecen con la palabra.
EL DESAYUNO
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
“Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno.”
(De El hacha y la rosa)
BÉBETELA
Dile cosas bonitas a tu novia:
“Tienes un cuerpo de reloj de arena
y un alma de película de Hawks.”
Díselo muy bajito, con tus labios
pegados a su oreja, sin que nadie
pueda escuchar lo que le estás diciendo
(a saber, que sus piernas son cohetes
dirigidos al centro de la Tierra,
o que sus senos son la madriguera
de un cangrejo de mar, o que su espalda
es plata viva). Y cuando se lo crea
y comience a licuarse entre tus brazos,
no dudes ni un segundo:
bébetela.
(De Sin miedo ni esperanza)
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