El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

20/5/14

El lenguaje de los puños (Antología crítica de la poesía de David González)(Volumen 1)



El lenguaje de los puños
(Antología crítica de la poesía de David González)(Volumen 1)
Edición de José Ángel Barrueco
Ed. Origami, 2014

Para mí siempre es gozoso leer un libro de David González. Todo lo que el poeta de San Andrés de los Tacones hace me llama la atención, no es un escritor que me deje indiferente, y eso cuando no abre nuevos caminos en la literatura, en la forma y en el contenido. Así que estaba deseando abrir las tapas de este El lenguaje de los puños, de bucear en el interior y saborear lo que me pudiese ofrecer.

Este primer volumen de antología crítica de la poesía de David González abarca las tres primeras obras poéticas del autor gijonés con transcendencia en lo que a reseñas se refiere (les anteceden dos poemarios Ojo de buey, cuchillo y tijera y Nebraska no sirve para nada, que no se contemplan para esta antología).
Así pues las críticas recogidas se refieren a los poemarios El demonio te coma las orejas(1997), Ley de vida(1998) y Sparrings(2000). Como bien explica el escritor José Ángel Barrueco en el prólogo, la novedad consiste en incluir poemas tras cada reseña, poemas que han sido mencionados en la misma o que pertenecen al libro reseñado. Por cierto, que la colaboración de José Ángel Barrueco para la edición de este libro se  me antoja fundamental, imprescindible.

Me ha durado dos viajes, un par de horas. Todo ha ocurrido deprisa, apenas sin darme cuenta ya lo había acabado de leer. Así que lo primero que puedo decir de este libro es que es muy entretenido, que la mixtura de crítica y textos ha sido un acierto porque el libro es muy ameno. Luego observo que de la lectura se desprenden un buen puñado de reflexiones, como comprobar la ruptura que supuso la poesía de David en el mundo poético de finales de los 90 (hablo, lógicamente, del siglo pasado) o la estigmatización y el tratar de encasillarlo (sin conseguirlo) por los círculos poéticos más dogmáticos de la época. El tiempo pone a cada uno en su sitio, y las críticas de santones visionarios se han demostrado equivocadas. Por no hablar del desprecio de los poetas instaurados en el “machito”, que oteaban el peligro de lo que les venía encima por entonces y, viendo que David emergía con fuerza y a pecho descubierto en la poesía, temieron el descabalgamiento y, si antes lo apoyaron, luego intentaron derrotarle.

Por último, quisiera hacer dos aseveraciones: los que hayan leído a David González sentirán el impulso casi irrefrenable de volver a leer estos tres libros (a mí así me ha ocurrido) y obtendrán una nueva perspectiva de la lectura, mucho más enriquecedora, lo que dice mucho de esta antología crítica. Por otro lado, para aquellos otros que no conozcan la literatura del autor gijonés o no hayan podido leer estos tres libros criticados,  será la oportunidad para conocer los orígenes del movimiento poético de “no ficción”.

Dejo para cada futuro lector el resto del análisis, siempre redundaría con las palabras de Barrueco al respecto escritas en su prólogo, pero quiero añadir una confidencia, quiero mostrar cómo llegué yo a la poesía de David González (bastante más tarde, por cierto).


Tengo un amigo que, como yo, a base de estudio (preuniversitario, carrera, oposiciones y formación interna) dejó la cartera de reparto a un lado y ascendió hasta ser un cargo importante en el servicio postal. Siendo quien por entonces era, nos unía el sentirnos parte del barro, el saber que lo conquistado por esfuerzo no nos hacía olvidar lo que fuimos, lo que disfrutamos ser. Este amigo se llama Bernabé, y teníamos por aquel entonces el gusto de charlar con un vino o una cerveza en la mano sobre la vida, sobre la música y sobre la literatura, un corte sano, necesario, en las largas jornadas de trabajo de aquel “convento” que era el Centro Directivo que empezaban a las siete y media de la mañana y que nunca tenían fin. Bernabé es un entusiasta de la literatura del este, me descubrió a Shalamov y a Ismail Kadaré, a Imre Kertész, a Adam Bodor, y a  Ivan Klima. Como con las almas gemelas suele ocurrir, empatizamos, y le di a leer algo de lo mío, por entonces poesía, muy triste y muy humana, tan humana que reflejaba mi propia vida. Le gustó e inmediatamente se acordó de algo. Me sorprendió entonces con un libro de un autor español que yo no conocía y que él comparaba con Karmelo Iribarren. Sí, aquel autor era David González y el libro que me dio a leer se titulaba Algo que declarar. Hablamos del año 2007. Desde entonces mi admiración.

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