El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

3/2/14

Gente simpática. La banda sonora (24). Black Horde

Pistas ocultas

24.  Black Horde
“Cruzamos la Rua y otro amigo se acerca. Me lo presenta, es Eduardo Fidalgo, más conocido por “Layla”. Iba a comer cuando se ofrece para tomar una cerveza mientras nosotros tomamos un café. Vamos a la Taberna Madrid. El bar es muy moderno y saben que cuando pides un italiano estás pidiendo un italiano. Charlamos. Empiezo a darme cuenta de que tanto Zapi como Layla son unas instituciones en el arte de saber vivir a tope. Comentan muchas cosas de sus vidas y surge el nombre de Julio Llamazares, otro gran vividor. Tienen buena conversación y la tertulia es agradable. A Layla las cosas no le van como él quisiera, pero no se amarga por ello.
Salimos del Madrid en busca de unas copas. Son las cinco de la tarde y el Soho acaba de abrir. Layla olvida su comida y no sé qué más y se viene con nosotros. Pido un Jack Daniels solo con hielo. Hace años que no lo tomo pero me apetece. Layla nos dice que cuando tenía el bar (o pub, no lo recuerdo) bebía una botella diaria de Jack Daniels. Ahora sigue con la cerveza. Van desgranando historias de aquellos años de juventud que a todos nos marcaron, de cómo fueron haciendo una ciudad alternativa a lo que las instituciones les ofrecían, de aquellas fiestas y aquellos “Asesinos de los dioses” que nacieron cara al público en el mismo CCAN en el que haremos las fiesta de presentación de Simpatía por la noche. [...] Hay algo que se llama Patrimonio Espiritual en las ciudades que debería proteger al CCAN, porque en él se han gestado y se siguen gestando acciones decisivas que hacen de León una ciudad efervescente, viva, no sodomizada por la institucionalización y la burocracia. Todo lo que sale de allí, ya sea música, poesía o literatura en general, merece la pena.


Estamos a gusto charlando en el Soho, pero tengo que ir al hotel y descansar un poco antes de que empiecen las presentaciones. Además, he dejado cargando allí el nuevo teléfono y en él tengo el número de Alfonso Xen Rabanal, Bufa para los amigos, otro admirado escritor leonés y compañero de farras de Vic, al que dije que llamaría cuando llegase a León. Zapi no tenía el teléfono de Bufa y el teléfono de Vic estaba apagado. He llamado a Gsús Bonilla y tampoco lo tiene. Aprovechando la llamada Bonilla me comenta cierta molestia por una reseña de un libro que me obliga a hacer otras llamadas. Cuando acaban de contarme la historia del Valentino’s, un puticlub a las afueras de León en el que hay conciertos de rock los fines de semana, y del que ya me habló Tamar cuando fuimos a presentar Simpatía a Oviedo, nos despedimos hasta las siete de la tarde, frente a la catedral.”


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