El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

3/4/13

"Tiempo de espera", de Javier Pascual

El viernes estaré en Aranda de Duero, acompañando a Javier Pascual 
en la presentación de su tercer poemario, Tiempo de espera
Está plagado de poemas contundentes, de jabs directos a la frente del lector. 
La poesía, amigos, debe golpear la conciencia.

Aun hay gente, que mide
El éxito en la vida
Por la cantidad
De envidias generadas
Y el grueso
De ceros, en el banco.

Me alegra,
No formar parte
De su mundo.






Tuvieron que prohibir
El humo en los bares,
Para descubrir
Lo mal
Que olemos.




A modo de epílogo

Sigo las líneas en las palmas de las manos. Son hitos
en los que se enredan las vivencias de cada día,
miles de segundos atrás.
¿Quién dijo que los caminos no son ríos que entreguen
sus aguas preñadas de historias al mar?
¿Quién dijo que era cuestión banal apartarse de la
lucha y escribir? ¿Cómo sabríamos entonces qué ha
ocurrido?
¿Quién conoce las reglas del futuro?
Sigo encontrando el espíritu de la rotundidad en
cada poema de este Tiempo de espera. Ese golpe
final que Javier Pascual buscaba y conseguía en
aquel Coces y aullidos, su segundo poemario, el jab
de izquierdas directo al mentón. Me conmocionó
como cualquier lector al que le guste bucear en las
aguas del papel. Me hace pensar que, en aquellos
tiempos, pensar no era lo menos importante. Ni
mucho menos.
Pensar no sigue siendo lo menos importante.

El tiempo pasa ante los ojos de Javier Pascual, y no
diferencia entre días y semanas, no es esa clase de
diferencia la que le marca. Es más bien el antes o el
después de saber que la semilla ha prendido, que se

llamará Alex, y que ese sueño mitológico convertido
en realidad tiene el poder de cambiarlo todo.
Sí, ahora tiene cara el futuro y la inquietud es más
grande. Lo que se vaya a encontrar depende de nosotros,
del ahora, de lo que ahora estemos dispuestos
a sacrificar en busca del bien común. Y Javier no
sabe, pero ofrece la clave de lo que nunca ha dudado
y piensa que será la roca sobre la que se edificará su
familia:

“estaré preparado
para no dejarme
empujar
al vacío.”

La línea de la vida es vigorosa y finita, la de la salud
no deja de ser complicada, como la de cada uno de
nosotros, la de la felicidad es una línea discontinua
en una carretera llena de curvas y la de la ilusión,
la de la ilusión, amigos,
no tiene
final.

Esteban Gutiérrez Gómez (Bacø), 2012

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