Como cada año madrugo el 1 de enero para encontrarme con los ancestros.
Camino por la senda en busca de voces y señales que guíen mi destino.
La niebla del amanecer desaparece dejando húmedo y desabrigado el paisaje.
Junto al arroyo bravío escucho sabiduría en los ritos de los druidas. Más allá de las cascadas reina el silencio.
Me escoltan a uno y otro lado los jóvenes guerreros, alanceados pero en formación, dispuestos a no dejar ver el bosque.
La señal de la sangre se muestra en sus pechos.
Y las compañeras de siempre, pasivas, inmutables bajo la lluvia recién nacida.
Los ojos vacíos de alma, como tranquilos demonios de piedra.
En la trocha de bajada el paraguas de colores corona la Fuenfría.
Una flor se refleja en dos estanques a la vez. Mágico y esférico mundo capaz de ofrecer parpadeos de maravillas.
Llego al mirador dispuesto a arrojar temores al abismo.
Con la esperanza de que un rayo de sol me divida en dos partes idénticas, grito al mundo el nombre del que me atormenta.
Y los ancestros, maestros del tiempo, ancianos en experiencias, tienen a bien mostrarme la piedra sobre la que edificar mi credo. Las manos acarician humedad, la tierra huele a harina, el destino se esconde en la umbría de Dios.
Habrá que luchar. De nuevo, amor, vivimos en la reconquista.
2 comentarios:
Qué recuerdos estos paisajes, que tanto caminamos, y qué momento tan especial guardo de esos mismos parajes acompañada de poeta.
Hay duendes y belleza por igual en tus fotos y en tus palabras que invitan a dejarse escoltar por los lanceros y mirarse en los ojos tranquilos de las vacas para encontrar el conjuro que nos permita disfrutar de este nuevo año.
Por un 2013 especial y lleno de emociones.
Un abrazo,
A pesar de todo, seguro que este 2013 nos traerá grandes y felices momentos.
Un beso, Tesa
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