El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

17/11/12

Reeditado por Groenlandia y en descarga gratuíta "La carretera roja", de David de San Andrés




Alquitrán

la calle está cerrada al tráfico.
le han lavado la cara con alquitrán
pero se puede caminar por encima.
sin embargo, nadie lo hace.

sólo yo camino por el centro de la calle.

la gente se motiva más en las aceras,
pisándose unos a otros.
empieza a lloviznar débilmente,
a orbayar, como decimos aquí en asturias.
la gente aborrece la lluvia.
a sí que da comienzo en las aceras
un duelo frenético de paraguas.

sólo yo camino por el centro de la calle.

sin paraguas.

mojándome.   


 
Pincha sobre la imágen para descargarte el poemario
o en los siguientes enlaces

13/11/12

Un cuento de Fernando Clemot

Fernando Clemot, fabuloso narrador y excepcional cuentista, una de las voces nuevas más impactantes de la literatura española actual, publica en la editorial palentina Menoscuarto un nuevo libro de cuentos. Su título es Safaris inolvidables, y nos ha regalado uno de los relatos que componen el volumen (uno especialmente almado, que conjuga la saudade con las posibilidades investigadoras de los mapas en un famoso buscador de internet) como azúcar de trenza, como botón de muestra.

FLORES DEL SERTÓN

     Finalmente he encontrado tu pueblo, Mandy.
     Imagino tu sorpresa, aquí estoy, doy vueltas sobre el lugar del
que tantas veces me hablaste, como un perro que hociquea entre
las bolsas de basura que se quedan abiertas.
     Antes de llegar allí he estado en los alrededores de Rockford.
Tú siempre me dijiste que esta ciudad no estaba muy lejos de
Durand y tenías razón aunque tu pueblo estaba más al norte de lo
que siempre imaginé. Lo estuve buscando más al sur, entre dos
lugares que se llaman Byron y Dekalb, que imagino que detestas y
de los que seguro podrías contarme más de una anécdota chusca.
Llevaba demasiado tiempo perdido sobrevolando ese terreno
insulso que rodea Rockford, tierras hechas cuartos de labradío,
kilómetros de campos que imagino de maíz o de centeno. No ha
sido hasta entonces cuando he recordado que me dijiste que
desde una colina de tu pueblo se veía Wisconsin por lo que debía
buscar al norte y en esa dirección lo encontré muy rápido, me ha
costado pero ya estoy aquí, estúpidamente presente, diez años
más tarde de lo que debiera.
     Quizá no es muy justo que venga por primera vez de esta
manera cuando tú me invitaste mil veces. Te ilusionaba entonces
pero te parecería despreciable ahora y entiendo que no es
adecuado estar aquí pero necesito nutrirme de recuerdos para
que me vayan pasando las horas. Tampoco creo que sea justo lo
que me ha pasado a mí aunque tú no tienes la culpa de nada. Si lo
piensas bien sonreirás: la vida es una paradoja, Mandy, siempre
quisiste que estuviera aquí y ahora, que no te importa lo más
mínimo, se me ocurre venir.  

Seguir leyendo aquí.

7/11/12

Cormac McCarthy, “La oscuridad exterior”

 
Cuando entrevisté a Jon Bilbao para el número 0 de Al Otro Lado del Espejo, con ocasión de la publicación de su primer libro de cuentos Como una historia de terror, me recomendó encarecidamente seguir la estela literaria de Cormac McCarthy.
Es el futuro, me dijo.
Le hice caso y aquel año leí La carretera y disfruté después del film que se alimentó de la novela, como después ocurrió con No es país para viejos. Me asombró su prosa, tan hipnotizadora como contundente, y su buen hacer literario.

En el periplo de lecturas y relecturas de autores norteamericanos actuales, en la que estoy metido desde el verano, no podía faltar Cormac McCarthy, y empecé por su primer trabajo, El guardián del vergel. Después de leerlo no puedo más que admirar a este escritor y preguntarme qué sentiría Albert Erskine, editor de Random House (y editor personal de William Faulkner) cuando llegó a sus manos el manuscrito de la novela. No podía ser posible haber encontrado a alguien que igualase e, incluso, superase el buen hacer de Faulkner. No en vano la lectura de los textos de McCarthy evoca en muchos matices al autor de El ruido y la furia.

Varias claves son detectables en su literatura desde esta primera novela: los diálogos secos y contundentes, el cuidado en la elección del lenguaje (la palabra justa en el momento justo), las perfectas descripciones que dotan a la narración de un ambiente “irreal”, mágico, la acción desmedida superando brutalidades inimaginables, acción comprimida que deja explotar entre líneas. Todas las figuras y recursos literarios se perfilan en esta primera novela, incluso el gusto por la fragmentación como medio de alterar historias paralelas en la mente del lector.

Pero todo lo apuntado en El guardián del vergel se apuntala en su siguiente novela, La oscuridad exterior, que defino, sin la mínina exaltación, como una obra maestra.

En La oscuridad exterior vuelven los paisajes apocalípticos en el viejo Oeste, los momentos de brutalidad y acción aparentemente desmedida, las descripciones milimétricas, el lenguaje exacto, la fragmentación en paralelo, el diálogo certero. Todo en su justa medida y en el lugar idóneo. Y algo más a destacar, quizá el rasgo más importante: el peso del silencio domina la narración. El silencio es el protagonista como creo que jamás lo había sido en la literatura. El silencio como recurso literario. Demuestra McCarthy que el silencio, bien utilizado, es tan importante en literatura como en la música. Magistral.

Es la novela ideal cuya lectura recomendaría antes de adentrarse en la gran obra maccarthiana, Meridiano de sangre, un western apocalíptico tan grandioso que es de difícil digestión.

Una curiosidad: La oscuridad exterior acabo de escribirse en 1967, en Ibiza.

SINÓPSIS:
La oscuridad exterior de Cormac McCarthy:
La oscuridad exterior es una novela, con tono de fábula y enormemente evocadora, que se desarrolla en un lugar indeterminado de la cordillera de los Apalaches y en una época próxima al cambio del siglo XIX al XX. Una mujer da a luz al hijo de su propio hermano; este abandona al bebé en el bosque y le dice que el niño ha muerto por causa natural. Al descubrir la mentira de su hermano, ella se marcha en solitario para buscar a su hijo.