El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

26/9/12

"Lo de ayer"

Todo el mundo sabe que “lo de ayer” no era el asalto a la Bastilla, que se trataba de hacer visible el (creciente) descontento de la ciudadanía con sus representantes políticos, un “BASTA YA”, un “estamos hartos”.


Pues al parecer la casta política dominante no sabe de qué va esto y lo disfraza de un golpe de estado y, en consecuencia, actúa como si de ello se tratase. Su brazo armado, la policía, cumple órdenes y despeja a los “perroflautas” (yo no vi ninguno) que se atreven a pedir dignidad. Se rodea el Congreso con tres anillos concéntricos y se pone en nivel de alerta amarillo al ejército. Toda protección es poca frente al asalto del orden constitucional. “Se van a enterar…”

Llegué pasados unos minutos de las siete y media de la tarde, justo a la hora en la que el grito de “lo llaman crisis y es una estafa” sonaba como una bala de cañón rebotando en las fachadas de los edificios en Neptuno. Me costó abrirme paso hacia una bandera de Islandia que me guiaba y, cuando ya casi estaba a punto de llegar a ella, comenzaron los disparos y las carreras, los empujones y las caídas.

No sé si debería haber ido o no. Me apetecía pero no quería afiliarme. Me animé a lo largo de la mañana viendo lo que estaba pasando, pero tenía claro que todo era una pose, un cuadro que mostrar de nuestra real indignación.

Ellos no, ellos querían carnaza, querían ejemplificar. Ellos son mucho de fronteras, de líneas rojas, sobre todo con los débiles ciudadanos de a pie.

Entonces, siendo fiel a la dualidad del día, empecé a arrepentirme a la vez que apretaba los puños. Ayer descubrí que si hubiese tenido un AK47 me hubiese cepillado a aquellos policías y hubiese seguido hasta llegar al Congreso y cepillarme también a los políticos y a todo cristo que se pusiese en medio y, entonces me di cuenta. Sí, fue entonces cuando me di cuenta de que si en verdad los anónimos policías vestidos de robocop, y los policías infiltrados cubiertos con capuchas, y los gobernadores que mandan a esos policías, y el resto de políticos que los amparan, que si en vez de gente sensata e indignada con las manos y el alma limpia hubiesen tenido enfrente a seis mil bárbaros que empuñaran AK47 “lo de ayer” hubiese sido otra cosa. Hubiese sigo otra cosa. Y empieza a darme miedo pensar y no sé si la solución es tomar la calle o si el futuro es la huída. No sé si es mejor vivir sin ver las noticias, como si todo esto no estuviese pasando, dedicarme a mis lecturas y a mis escritos y no pensar ni por asomo que mi contribución es necesaria para cambiar todo esto. O si es mejor dar la vuelta a todo el sistema, luchar por la revolución. Porque, ya lo sabía, pero “lo de ayer” hace que me avergüence todavía más de vivir donde vivo.

Ya veis, estado bipolar.

Ya sabéis, vergüenza ajena.

20/9/12

Finalistas Premio Setenil 2012

El jurado selecciona los diez finalistas del Premio Setenil al Mejor Libro de Relatos 2012


El jurado del IX Premio Setenil al Mejor Libro de Relatos Publicado en España 2012 ha dado a conocer los diez títulos finalistas, cuyo fallo se conocerá a finales del próximo mes de octubre. Este año, el premio ha mantenido la alta participación de ediciones anteriores, registrándose un total de 58 títulos presentados por editoriales y autores de todo el país.



El jurado está presidido, en esta ocasión, por la escritora Cristina Fernández Cubas, y también formarán parte Antonio Lucas, poeta y redactor de Cultura del diario El Mundo, y José María Pozuelo Yvancos, Catedrático de la Universidad de Murcia y crítico del diario ABC. El acto de entrega del premio, al que asistirá el ganador y los miembros del jurado, tendrá lugar en el mes de diciembre en Molina de Segura.



Los títulos elegidos por la comisión de preselección son, por orden alfabético de apellidos, los siguientes:



El vigilante del fiordo, de Fernando Aramburu (Tusquets)

Conversación, de Gonzalo Hidalgo Bayal (Tusquets)

Los caníbales, de Iván Humanes (Libros del Innombrable)

Historias de un dios menguante, de José Mateos (Pre/Textos)

Hacerse el muerto, de Andrés Neuman (Páginas de Espuma)

El libro de los viajes equivocados, de Clara Obligado (Páginas de Espuma)

Calle Aristóteles, de Jesús Ortega (Cuadernos del Vigía)

Geometría del azar, de Fernando Palazuelos (Baile del Sol)

Habitaciones privadas, de Cristina Peri Rossil (Menoscuarto)

Esquina inferior del cuadro, de Miguel A. Zapata (Menoscuarto)



El Premio Setenil al Mejor Libro de Relatos Publicado en España, convocado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Molina de Segura y dotado con 10.000 euros, ha llegado a convertirse en una referencia nacional en el género del cuento. Lo han obtenido en anteriores ediciones: Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez (Anagrama); La vida en blanco, de Juan Pedro Aparicio (Menoscuarto); Parientes pobres del diablo, de Cristina Fernández Cubas (Tusquets); Si te comes un limón sin hacer muecas, de Sergi Pàmies (Anagrama); La marca de Creta, de Óscar Esquivias (Ediciones del Viento); Estancos del Chiado, de Fernando Clemot (Paralelo Sur); Los hábitos del azar, de Francisco López Serrano (Renacimiento); y Distorsiones, de David Roas (Páginas de Espuma).   Ni que decir tiene que deseo suerte a todos, pero muy especialmente a mi admirado Miguel Ángel Zapata. Siempre digo que ser finalista ya es un premio, un reconocimiento.

4/9/12

CARNE CRUDA




A Javier Gallego le sigo la pista en las ondas radiofónicas desde que descubrí que era capaz de hacer lo que nadie conseguía: que una emisión completamente programada y revisada de una hora de duración pareciese un acto informal y cachondo de gran calidad. Y escribo esto recordando mis días en Radio Juventud de Madrid, aquellos programas frenéticos de los 80 en los que todo, o casi todo, estaba permitido y cada programa era un reto a la creatividad. Todo aquello, libre y hermoso, que empezó a pudrirse cuando llegaron las exigencias de guiones previos, de música medida y detallada y de advertencias varias en su paso a Radio Cadena Española y, posteriormente, a Radio Nacional.

El único que ha sabido salirse de la norma o, al menos, parecer que lo hacía, era Javier Gallego y su “Carne Cruda”. “Carne Cruda” era un ejercicio de respiración en libertad, una postal auténtica de lo que la realidad ofrece a diario, una confrontación permanente contra el abuso de poder. No lo pretendía, desde luego, pero los acontecimientos iban decantado la realidad y, por tanto, el contenido del programa. Solo había que seguir la línea. Lo que empezó a ocurrir en la primavera de 2011 no se podía obviar, y él no lo hizo.



Estaba claro, le ajustarían las cuentas. Y lo han hecho. Lo han hecho de un modo deleznable que les define, prometiéndole continuar después de hacer que se bajase el sueldo y que ajustase el presupuesto para despedirle dos días antes de retornar a las ondas. De este modo han conseguido que no pueda despedirse de sus oyentes (como la mayoría de expulsados de la nueva Radio Nacional) y, además, le han impedido buscarse la vida durante el verano para encontrar un hueco en parrillas de programación de otras emisoras punteras que, de seguro, querrían contar con él. Un auténtico acto depurativo que da al traste con la libertad de expresión. De eso, amigos, estamos hablando.



A finales de 2009 Patxi Irurzun y yo fichamos a Javier Gallego para participar en Simpatía por el relato (Cuentos escritos por rockeros). Que “Crudo” escribe, y de fábula, ya lo sabíamos, lo que yo no sabía era que cumplía el requisito de ser rockero practicante (es baterista en una banda llamada Forastero, antes lo era de Dead Capo). Nos envío su relato (un cuento surrealista que no tiene desperdicio) y se enroló en el barco pirata con el resto de simpáticos rockeros. Y no solo eso: nos invitó a acompañarle a su programa de radio cuando el libro cobrase vida.



Uno de los mejores momentos que nos deparó a Patxi Irurzun y a mí la edición de Simpatía por el relato (Cuentos escritos por rockeros), fue poder participar de esa locura medida en el programa de “Crudo”. El día siguiente a la presentación oficial del libro en Madrid, nos juntamos en la Casa de la Radio con unos cuantos autores y músicos y participamos en la comunión bárbara de “Carne Cruda”. Nos dejamos llevar por el oleaje, y yo me sentí Ulises regresando a Ítaca, en un viaje personal al pasado que siempre le agradeceré.



Correspondía ahora poner el enlace del podcast con el audio de aquel programa, pero resulta que el audio ha desaparecido y el enlace correspondiente al 18 de noviembre de 2010 está vacío.



De aquellos días de ruta y promoción del libro con presentaciones y conciertos por toda España, ha nacido un diario que alguna vez verá la luz. En un capítulo de ese diario narro aquel 18 de noviembre, entre las 2 y las 3 de la tarde, que ahora voy a adelantar. Sirva este fragmento como homenaje a Javier Gallego y a su espíritu de libertad.


Ah, y no os perdáis las fotos al final del post.




6. Carne Cruda



Yo todavía estaba excitado y apenas he podido dormir. He revivido con los ojos cerrados muchos de los momentos, como si fuese un niño en la noche de Reyes que visiona los juguetes que desea, que los imagina en sus manos. Sigo en la nube. Aunque he descansado mi cerebro no ha logrado desconectar. Me levanto antes de la hora. La ducha reparadora hace su efecto y desaparecen los restos de resaca. Mientras Patxi se levanta y toma su ducha, preparo café.

Desayunamos en la cocina, unas magdalenas que ha traído Isa y que ayudan a desperezar el estómago. Patxi ha dormido bien, pero siente la euforia también. Estamos comentado pasajes del día anterior cuando suena el teléfono. Es Aarón, el productor de Radio 3, me pregunta por el teléfono de Agnes para adelantar la recogida. A nosotros también nos vienen a buscar antes. Todo está preparado.

Mientras esperamos la llegada del coche buscamos en Internet alguna noticia de la presentación en el Fnac o de la fiesta de Gruta 77. No ha aparecido nada, ni una reseña, aunque empiezan a verse comentarios en blogs y en facebook. Buscando noticias nos encontramos con algo inesperado: Patxi López, el lehendakari, recomienda Simpatía en su blog personal. Patxi no se sorprende, dice que es un rockero y hablamos del poema de Kirmen Uribe que recitó cuando tomó posesión del cargo. Eso está bien, si los rockeros dominasen los círculos de poder, el mundo sería otra cosa.

Aprovechamos para colgar en el blog del libro los carteles y el anuncio de la presentación y concierto de Fuenlabrada de la tarde, y la fiesta que se va a montar en Carne Cruda por la mañana, con un montón de autores que participan en la antología.

Patxi me cuenta que ya hace años colaboraba con Javier Gallego en otro programa que tenía. Patxi enviaba relatos que se leían en antena. Por eso fichamos a Javier para el libro, porque Patxi se acordó de él y porque es un programa que escuchamos a menudo. Me contó esa anécdota y buscando en la página del programa vio que Javier era batería de un grupo de rock, Dead Capo. Reunía el requisito de ser músico para entrar a formar parte de Simpatía.



A la una menos cuarto, como un reloj, un Peugeot 607 nos recoge en la puerta de casa. ¿Señor Patxi?, pregunta el chofer al vernos salir del portal. ¿Alguno de ustedes es el señor Patxi? Yo miro a Patxi y él mira a su alrededor. No está habituado a lo de “señor”. Nos reímos. El chofer es un chaval joven, veintipocos años, y el GPS le está volviendo loco para salir de Fuenlabrada. Le guío yo hasta que alcanza la M-50. En el salpicadero, frente al asiento del acompañante en el que estoy sentado, lleva una pegatina que pone “Solución real a la crisis: TÚ futuro, TÚ vida, TÚ felicidad depende de TÚ participación www.todosunidos.es”. La leo y me calló, no digo nada. Tengo la impresión de que está ahí puesta para que pregunte y mis 47 tacos me han enseñado a distinguir los anzuelos.

Vamos charlando sobre el día que nos espera.



[….]



Estamos llegando a la Casa de la Radio, en Pozuelo, donde se ubican los estudios de Radio Nacional de España. Cuando nos aproximamos a la barrera de entrada, mientras comprueban nuestros nombres en el listado de autorizaciones, el conductor se dirige por primera vez a nosotros. Nos dice que nos quiere dar algo y nos entrega una pegatina y una tarjeta igual a la que estaba pegada en el salpicadero del coche “Todos Unidos”. Mientras, como un comercial con experiencia, nos dice que la culpa de la crisis no es el ultraliberalismo económico, ni el libre mercado, ni la universalización del mismo, ni la burbuja inmobiliaria, dice que la culpa la tiene la entrada de España en el euro, que España no estaba preparada y que ahí nace la crisis. Nos quedamos callados, son esos segundos comprometidos, pero el guardia de seguridad se asoma por la ventanilla y dice que nuestros nombres no figuran en el listado.

¿Y cómo es posible eso?, pregunto al chaval.

Les dejo en esta puerta y les recojo al otro lado. Tengo hechos cálculos que demuestran mi teoría.

Patxi y yo bajamos, nos metemos en el pabellón de acreditaciones y nos miramos con una sonrisa en la boca. Joder, hay gente para todo. Nos dan la pegatina de la acreditación y pasamos por el control de seguridad. Al otro lado de la puerta nos espera el coche.

He hecho cálculos, están todos en la web de la tarjeta que les he dado. Yo soy economista. Bueno, ahora estoy de conductor porque necesito comer, pero soy economista y sé lo que digo. Nos tienen engañados. Entren, entren a la web y ya me dirán. Para el coche y nos bajamos. Resulta que nos ha recogido para llevarnos diez metros más para allá de donde estaba el control de seguridad. Para soltarnos el discurso.

Nos bajamos, le damos la mano y miramos para otro lado.



En la puerta, guitarra en la espalda, está Juan Abarca, de Mamá Ladilla, con la misma cara de rana cachonda de la noche anterior. También está la basca de Yeska, y La desbandada, los músicos de Kike Babas. Nos fumamos el cigarro de la espera mientras comentamos lo de ayer. Cuando acabamos Patxi y yo decidimos subir, junto con Juan. Juan nos guía, ya ha estado allí y sabe dónde están los estudios. Le seguimos y llegamos a la tercera planta. Salimos al pasillo y encontramos un rincón con tres tipos fumando, echando la ceniza en una botella de cocacola con agua. Delante, bien grande, hay un cartel que prohíbe fumar. Seguimos andando y, en la otra esquina, vemos un grupo de gente charlando sentada en los muretes de la ventana. Nos asomamos. Es el estudio de Carne Cruda, pero hasta cinco minutos antes de emitir no subirá nadie, nos dice una chica en el estudio. Miro el reloj. Son menos cuarto. Nos quedamos junto al grupo, en la esquina. Aparece Juan Abarca, guitarra en ristre y una chica del grupo nos pregunta:

¿Va a haber música en directo?

Sí, responde Patxi.

La chica sonríe pero su gesto es de incredulidad.

¿De verdad va a haber música en directo?

Sí, dice Patxi, más tranquilo que la hostia.

La chica vuelve a reírse.

¿No estás hablando en serio?¿A qué no?

Sí, dice Patxi, que empieza a flipar porque se suceden una serie de acontecimientos, como lo diría: “paranormales”.

¿Y cuantos músicos vienen?

No sé, dice Patxi, cuatro bandas, creo.

La chica inicia el rictus de la sonrisa, pero pronto vuelve la incredulidad a su rostro.

¿Y cuantos instrumentos por banda?

Juan, que para eso es músico, toma la palabra y dice que él solo la guitarra, pero que abajo hay gente con cajón, bajo...

La chica da un salto desde el poyete en el que estaba sentada y sale disparada hacia el final del pasillo. Va murmurando algo, pero yo sólo entiendo que dice joder, joder, joder....



Patxi y yo nos vamos a la otra esquina, la del cartel de prohibido fumar y las botellas de cocacola de dos litros llenas de agua con ceniza. Nos ofrecemos un cigarro y le damos candela. Son menos diez. Llamo a Carlos Pina. Esta abajo, en la entrada del edificio, con el resto de gente. Le digo que ya estamos en la puerta del estudio, en la tercera planta y él me dice que sube con ellos. Efectivamente, son unos cuantos, tantos que la gente de los controles lo flipa. Viene Agnes con Carlos (abrazos), Dani, de Insolenzia, con su guitarrista de directo, Miguel Lucía, y con Luter (abrazos), Antonio Yeska y el bajista de su banda, Julio A. Gallego (abrazos), y parte de La desbandada.

Algunos se unen a nosotros, en la esquina de prohibido fumar, donde es incluso más placentero esto de echar humo, y el resto, en la esquina contraria del ring, esperan a que comience la fiesta.

Yo miro el reloj. Faltan dos minutos para empezar la emisión cuando aparece Javier Gallego por el estudio, papeles en una mano y bolsa con litronas de cerveza en la otra.

Entrad dentro, ya.

No cabemos todos y eso que es un estudio grande. La chica del joder, joder, joder aparece con un cajón rodante lleno de micros, auriculares y cables y se lía a montarlo todo. Descubro que el estudio es doble, que tiene dos mesas de control: una para los tertulianos sentados en una mesa en forma de U y otra para los músicos, al otro lado de la sala. Emiten la música de la cabecera del programa cuando todavía están montando micros y sus pies. No hay sillas para todos. Carlos coge una de algún sitio y se sienta junto a mí (junto a Agnes debería decir). Enfrente tengo a Patxi (extremo izquierda), Antonio Yeska Corleone, Juan Abarca y Dani Salcet. Hay un cachondeo de la hostia, entre lo de montar el sonido a los músicos y las cervecitas rulando por ahí. Javier nos dice que hablemos, que siga el rollo aunque estemos en el aire. Yo no me entero de nada, porque no tengo cascos para seguir la emisión, pero me da la impresión de que todo lo que está pasando, no pasa porque sí, que Javier quiere darle al programa ese punto de locura.

Lógicamente me acuerdo de aquellos años, claro que sí. De aquel estudio pequeño en Diego de León, de aquel edificio en el patio interior, de aquellos controles de diez pistas, de las cintas para los anuncios a la izquierda y de los petas que hacía Luz cuando venía por el estudio. De los grupos a los que invitábamos, de la impresión que me causó Yosi y sus Suaves tocando el “Peligrosa María” con siete guitarras acústicas, una entrando tras de otra en la melodía de la canción, todos de pie en aquella pecera tan pequeña, de aquel especial AC/DC que fue el primero que escribí para la radio (¡Inyéctate veneno!), de los guiones de La Naranja Mecánica (“Mis queridos drugos, estábamos mis amigos y yo en el Moloko Plus con las guarrillas de siempre cuando...”). Sí, todo eso se agolpa en mi cabeza en este momento, mientras Javier presenta el programa y va desgranando sus contenidos.



Aparece por la pecera Kike Babas (fuerte abrazo), al que hace tiempo que no veía. Kike Suárez “Babas” hecho un chaval, que ha publicado dos maravillosos libros, Días de speed a falta de rosas y El engranaje de las Mariposas. El primero es una pasada. Me impactó. Disfruté de su lectura. Es un libro que he regalado a mucha gente, colegas que saben de qué va esto.

No es coincidencia que conociese a Kike el mismo día que se gestó Simpatía. Fue en la fiesta del Hank Over/Resaca, en el Gruta, cuando me dedicó el libro:

¿A quién se lo dedico?

A mí.

¿Y tú eres?

Yo soy Esteban (apretón de manos), pero llámame Bacø.

¿Bacø?


“A Bacø, ___________ . Haz los honores”

Hasta para la dedicatoria es la hostia Kike Babas. Él solito se ha encargado de montar el cartel de la noche en Fuenlabrada, de coordinarse con Edu y el resto de gente de El Grito, de conseguir un conciertazo.

Kike trae agua, tres botellas grandes. Agnes, Carlos y yo nos quedamos una.


Javier lo tiene claro. Él sí sabe cómo se va a hilar todo. Sus guiones son simples, cuatro palabras en cada hoja. Nos pregunta a Patxi y a mí por cosas concretas del libro para ir dando paso a los autores o a la música. Lee con sonido ambientado el relato de Enrique Villarreal (Drogas) y luego da paso a uno de los temas de La tierra está sorda, a la vez que anuncia un concierto de Barricada en Madrid.

La unidad temática no existe en Simpatía. Pensábamos que serían cuentos rockeros, sobre el mundo del rock. Drogas, sexo y rock and roll, decía la canción. Pero Agnes y Carlos Pina rompieron la baraja. Los dos hablan de esos textos, de su porqué, y Carlos llega a leer el principio del suyo, lleno de frases fuerza, de palabras sentencia, de amor y honestidad, de demonios que dejar atrapados en el papel. Texto libertad, tanto para Irene como, sobre todo, para él.



Todo trascurre deprisa, a velocidad de locomotora y el estudio parece el camarote de los Hermanos Marx. Por segunda vez, por segundo día consecutivo, la metáfora del camarote se hace realidad. Dani, con Miguel Lucía a la guitarra, vuelve a cantar la historia que contenían esas mil tres líneas anotadas en un cuaderno, la historia de los Pozos de Caudé. Se me va quedando prendada esa historia. Luego Kike Babas lee uno de sus textos, también entrañable dedicado a Eskroto, el cantante de Tijuana in Blue. Luter desgarra con su guitarra y su voz bronca un nuevo tema; como ya lo hizo Juan Abarca y ese “perro” que no sabemos qué le pasa. El buen ambiente transforma las sonrisas en abiertas carcajadas. Todo va deprisa, tres segundos de prueba de sonido (todo un record) y finaliza la emisión con el “Ya no me pongo” de Kike Babas y su Desbandada. El último acorde de la canción coincide con los pitidos de la señal horaria que marca las tres de la tarde, como si todo hubiese estado medido y cronometrado. Nos miramos y sacamos la lengua, como el logotipo de los Rolling Stones.