Es el futuro, me dijo.
Le hice caso y aquel año leí La carretera y disfruté después del film que se alimentó de la novela, como después ocurrió con No es país para viejos. Me asombró su prosa, tan hipnotizadora como contundente, y su buen hacer literario.
En el periplo de lecturas y relecturas de autores norteamericanos actuales, en la que estoy metido desde el verano, no podía faltar Cormac McCarthy, y empecé por su primer trabajo, El guardián del vergel. Después de leerlo no puedo más que admirar a este escritor y preguntarme qué sentiría Albert Erskine, editor de Random House (y editor personal de William Faulkner) cuando llegó a sus manos el manuscrito de la novela. No podía ser posible haber encontrado a alguien que igualase e, incluso, superase el buen hacer de Faulkner. No en vano la lectura de los textos de McCarthy evoca en muchos matices al autor de El ruido y la furia.
Varias claves son detectables en su literatura desde esta primera novela: los diálogos secos y contundentes, el cuidado en la elección del lenguaje (la palabra justa en el momento justo), las perfectas descripciones que dotan a la narración de un ambiente “irreal”, mágico, la acción desmedida superando brutalidades inimaginables, acción comprimida que deja explotar entre líneas. Todas las figuras y recursos literarios se perfilan en esta primera novela, incluso el gusto por la fragmentación como medio de alterar historias paralelas en la mente del lector.
Pero todo lo apuntado en El guardián del vergel se apuntala en su siguiente novela, La oscuridad exterior, que defino, sin la mínina exaltación, como una obra maestra.
En La oscuridad exterior vuelven los paisajes apocalípticos en el viejo Oeste, los momentos de brutalidad y acción aparentemente desmedida, las descripciones milimétricas, el lenguaje exacto, la fragmentación en paralelo, el diálogo certero. Todo en su justa medida y en el lugar idóneo. Y algo más a destacar, quizá el rasgo más importante: el peso del silencio domina la narración. El silencio es el protagonista como creo que jamás lo había sido en la literatura. El silencio como recurso literario. Demuestra McCarthy que el silencio, bien utilizado, es tan importante en literatura como en la música. Magistral.
Es la novela ideal cuya lectura recomendaría antes de adentrarse en la gran obra maccarthiana, Meridiano de sangre, un western apocalíptico tan grandioso que es de difícil digestión.
Una curiosidad: La oscuridad exterior acabo de escribirse en 1967, en Ibiza.
SINÓPSIS:
La oscuridad exterior de Cormac McCarthy:
La oscuridad exterior es una novela, con tono de fábula y enormemente evocadora, que se desarrolla en un lugar indeterminado de la cordillera de los Apalaches y en una época próxima al cambio del siglo XIX al XX. Una mujer da a luz al hijo de su propio hermano; este abandona al bebé en el bosque y le dice que el niño ha muerto por causa natural. Al descubrir la mentira de su hermano, ella se marcha en solitario para buscar a su hijo.
2 comentarios:
McCarthy, Delillo y Michon, los tres autores vivos más grandes. No me atrevo a poner a Pynchon, porque lo mismo la ha palmado ya y publica sus novelas su holograma. Abrazos esperanzados.
Me gusta, pero me colma, Pynchon.
Arriba esa esperanza!
Publicar un comentario