Lo efímero del las almas
convertidas
en suave ceniza.
Humo que no ruge
bajo la neblina;
tirita de chimeneas.
Musgo en las grietas
Musgo en las grietas
de las paredes
donde se jugaba a la pelota
en la infancia.
Sirimiri en
pétalos de incertidumbre del castaño
que desprendió su propio erizo;
apertura de los pinchos, quemados en el pandoril de la abuela.
Cesta a la espera de la culpabilidad adquirida
por diez dedos curtidos
en hachazos y ampollas.
Cencerro de la única oveja tumbada
sin esquilar;
cuervo que sobrevuela la vida,
la ventana abierta,
el coche que pisa la raya contínua,
charco en el andén,
ramos que recuerdan
el día concreto en el que jóvenes
valoraron la importancia de sus vidas
valoraron la importancia de sus vidas
colisionándose en el castaño
Aún hoy la grieta es visible
en la forma que adquieren las gotas
en el asfalto.
en el asfalto.
El dolor en la corteza, que no se cierra.
Impacto frontal
que recuerdan las motas de ceniza
atravesando la ventana abierta
y la distancia entre la oveja y el cuervo
atravesando la ventana abierta
y la distancia entre la oveja y el cuervo
deshaciéndose en la ausencia sin límites
del cielo,
mar blanco
sin instantes
ni recuerdos.
2 comentarios:
Gracias por el comentario, en la siguiente hablamos, habrá muchas
Un saludu, como falamos en llión!
Hasier, siempre nos descubre lo que está ahí y a veces no vemos, ni olemos, ni tan siquiera sentimos.
Bello decir.
Besos
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