Los dos monjes y la hermosa muchacha
-Vamos, muchacha -dijo Tanzán sin más. Y, levantándola en sus brazos sobre el barro, la pasó al otro lado.
Ekido no dijo ni una sola palabra, hasta que, ya de noche, llegaron al monasterio. Entonces no pudo resistir más.
Dos monjes, Tanzán y Ekido, viajaban juntos por un camino embarrado. Llovía a cántaros y sin parar. Al llegar a un cruce se encontraron con una preciosa muchacha, vestida con un kimono y un ceñidor de seda, incapaz de vadear el camino.
-Vamos, muchacha -dijo Tanzán sin más. Y, levantándola en sus brazos sobre el barro, la pasó al otro lado.
Ekido no dijo ni una sola palabra, hasta que, ya de noche, llegaron al monasterio. Entonces no pudo resistir más.
4 comentarios:
Siempre llevan mensaje estos cuentos japoneses, y con el mensaje la enseñanza.
Gracias por compartirlo, un beso
Hay quien nos roza sin siquiera pretenderlo y ya los llevamos dentro para siempre.
Besos.
Me gusta el monje que con frescura y sin malas intenciones cruza a la muchacha, el otro representa al contenido, pero sólo por prejuicios, porque no está seguro de sí mismo.
Baco, avísame cuando falte uno o dos días para la presentación de tu libro en mi correo. Que soy un poco despiste.
Y te prometo que si nada urgente me lo impide, me acerco y nos conocemos.
Besos.
A eso llamo yo sabiduría. La filosofía oriental es magistral.
Publicar un comentario