El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

21/6/12

21 de junio, día de la música

Hey, friends, la gente de PriceMinister me pide que escriba algo sobre aquel álbum que de alguna manera haya marcado mi vida. La verdad es que son muchos los discos de mi vida, pero este, desde luego, es especial. Va por ustedes.




Highway to Hell, by AC/DC


Ahora sé que fue entonces cuando fui feliz
por Esteban Gutiérrez Gómez (Bacø)



1978.


Un pájaro loco y sabio cubre con sus alas la noche. Paco, el Abuelo y el pasante Morante. Risas, complicidad. El búho musical acuna los sueños de rock y luces. Tengo 15 años y no future grabado en la frente. Noches de humo y radio y rock and roll. Noches entre las estrellas.


Una camiseta con una guitarra eléctrica, melena hasta los hombros, pecho tatuado, cruzado de cadenas y chapas, el tiempo pasa fumando petas a la Luz de la luna. Mañana no existe. Mañana es ahora.


Ramoncín canta eso de cómete una paraguaya y le lanzamos de todo. Ruido, mucho ruido para dejar de escuchar. Provocación. Ovejas negras que quieren escapar del redil.


Un dedo al aire. “Ride on”. Un dedo al aire y a esperar el próximo camión, el próximo coche, la próxima ciudad. Todo a cara o cruz, a lo que quiera el destino. “Ride on”, qué buenos son estos tíos. “Ride on”, dedo al aire en la Autopista al infierno.


1979.


Será que respiré. Será que por un momento me quedé quieto. Será que aprendí el valor del silencio. Será que comprendí lo que era un riff. Será que todo aquel blues, salvaje y poderoso, empezó a conquistar mi sangre. Será que los pies bailaban solos. Será que aquella electricidad empezó a recorrerme por dentro. Será que el destino dijo esto es lo tuyo, chaval.


Marcado en la memoria. “Touch too much”. Sí, demasiado bueno. “El merodeador nocturno” está ahí. Puedo escuchar sus pisadas, puedo oír su respiración, incluso parece que susurra todavía en mis oídos: Hey, baby. Narón, narón. Lo he escuchado cientos de veces. En vinilo y en la cinta del radiocasete del coche. Ahora en el MP3. La autopista al infierno es el camino de mi vida.


Será que he aprendido algo de música. Canto todas las letras en inglés desgarrando las palabras, marco sobre la bragueta del pantalón todos los punteos del Angus, escucho hablar al universo en todos los pequeños silencios que cortan la respiración. Son 2527 segundos de satisfacción. Y llega, amigos el “Shot Down in Flames” y la cabeza que se menea, arriba y abajo, y los pies que empiezan a sacudirse y las gafas que vuelan y me lanzo al vacío, me sumerjo en la música, dejo que me atrone el cerebro. Hay tantos momentos unidos al disco, tantos conciertos, tantas noches de farra, tantos instantes mágicos, tanta locura.


1980.


Es febrero y hace frío. Prado del Rey. Aplauso. Bajan de un par de coches. Despliego el póster que me he currado toda la noche. Un pequeño detalle que muestra mi admiración. Los chicos llegan con las manos enfundadas en sus cazadoras vaqueras. Phil levanta el pulgar. Malcolm y Bon me guiñan un ojo antes de entrar a grabar. El resultado es una pantomima. Les tienen varias horas esperando para hacer un puto playback. Bon muestra el descontento abandonando el lip sync cuando le viene en gana. Menos mal que no llegan a ver el montaje final, con un público de pega de lo más variopinto y un par de cortes a los cuernos que Angus se coloca en la frente. Aplauso. Para aplauso el que les pegue yo fuera, bajo la nieve, aquella única vez que vi a Bon Scott.

Será que su muerte entre vómitos me abrió los ojos.


1981.


El primer ácido. En el pabellón de deportes del Real Madrid hay elefantes rosas colgando de la estructura del techo. Fuera los grises reparten estopa, pero hemos logrado esquivar su mala leche. Ha pasado casi un año desde aquella vez en los estudios de Televisión Española. Isa y yo buscamos un hueco entre la multitud. Mis botas de hebillas detectan bultos que pisotear en el suelo , frente al escenario. Los codos salen a pasear mientras Campana Mágica canta tonterías. Ya, a un lapo de distancia, encontramos la felicidad.


Pero no, no es lo mismo.

Estuvo bien, muy bien, pero no fue lo mismo. Faltaba ese tipo introvertido y golferas que caminaba como un simio y sonreía de medio lado, faltaba su voz desgarrada y su mirada vacilona, faltaba su pantalón roto y desgastado sobre los huevos.


Estuvo bien, muy bien, pero no fue lo mismo. Y de vuelta a casa, en el 850, vuelvo a colocar la cinta con el Highway to Hell y a cantar, con la voz rajada, imitando al bueno de Bon, todas aquellas jodidas buenas canciones.



It's criminal
there ought to be a law…

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