Al releer este libro de Vicente Muñoz Álvarez he vuelto a
recordar las sensaciones que aquella primera lectura dejaron dentro de mí. “El
merodeador” es un libro inquietante, angustioso diría yo, en el que, relato a
relato, se va resolviendo un puzle que conforma una obra coral, casi una
novela. A medida que avanzan las historias en el libro, aumentan las pulsiones,
el desencanto, la melancolía, la locura. El mundo obsesivo de un escritor se
muestra con la crudeza natural de la realidad vivida, porque ese mundo
obsesivo, es el mundo según la cabeza del propio autor.
No dejan de bullir en su cerebro los pensamientos. Una y otra vez los mismos pensamientos: llegar a tiempo con el artículo, repasar y memorizar el temario de la oposición, encontrar en el silencio los sonidos de la vida que trata de no escuchar, intentar dormir, lograr descansar, desconectar. Una y otra vez, desconectar. Algo tan simple y tan necesario, pero que nunca consigue.
No dejan de bullir en su cerebro los pensamientos. Una y otra vez los mismos pensamientos: llegar a tiempo con el artículo, repasar y memorizar el temario de la oposición, encontrar en el silencio los sonidos de la vida que trata de no escuchar, intentar dormir, lograr descansar, desconectar. Una y otra vez, desconectar. Algo tan simple y tan necesario, pero que nunca consigue.
Thomas Bernhard está muy presente en la narración. Su
desencanto y su frustración, su alejamiento social. La lectura de las obras del
escritor austriaco puede gustar o no gustar pero, en cualquiera de los dos
casos, dejará marcado a quién se haya acercado a ellas. Esa cicatriz la consigue
también Vicente Muñoz Álvarez con estos textos.
Decir también que Vicente Muñoz con este libro ofrece un
muestrario de técnicas literarias para conseguir el tono narrativo y el ritmo
adecuado para angustiar al lector: la meticulosidad en las descripciones, la
narrativa circular alrededor de los temas dominantes, la segmentación profusa
de las frases, cortas, medidas, los enlaces entre temas, la repetición de
palabras clave. El poder de su descripción, profusa y lenta, consigue imágenes
que el lector no podrá borrar de su cabeza jamás. El personaje del relato “El
lunar” es un buen ejemplo de ello.
Vicente Muñoz Álvarez publicó“El merodeador” hace bastantes
años, y aún sigue vigente. Esta reedición contiene un par de relatos nuevos que, a mi modo de
entender la literatura, logran la esfericidad de toda la narración, cerrando el
círculo (o, mejor, y tratándose de este libro tan obsesivo: cerrando la elipse, para que, sin ninguna tregua, vuelva a comenzar).
Personalmente me parece uno de los mejores (si no el mejor)
trabajo narrativo de Vicente Muñoz Álvarez.
El merodeador
Vicente Muñoz Álvarez
ACVF Editorial, 2016
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