El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

14/6/16

Releyendo "El merodeador", de Vicente Muñoz Álvarez


Al releer este libro de Vicente Muñoz Álvarez he vuelto a recordar las sensaciones que aquella primera lectura dejaron dentro de mí. “El merodeador” es un libro inquietante, angustioso diría yo, en el que, relato a relato, se va resolviendo un puzle que conforma una obra coral, casi una novela. A medida que avanzan las historias en el libro, aumentan las pulsiones, el desencanto, la melancolía, la locura. El mundo obsesivo de un escritor se muestra con la crudeza natural de la realidad vivida, porque ese mundo obsesivo, es el mundo según la cabeza del propio autor.

No dejan de bullir en su cerebro los pensamientos. Una y otra vez los mismos pensamientos: llegar a tiempo con el artículo, repasar y memorizar el temario de la oposición, encontrar en el silencio los sonidos de la vida que trata de no escuchar, intentar dormir, lograr descansar, desconectar. Una y otra vez, desconectar. Algo tan simple y tan necesario, pero que nunca consigue.

Thomas Bernhard está muy presente en la narración. Su desencanto y su frustración, su alejamiento social. La lectura de las obras del escritor austriaco puede gustar o no gustar pero, en cualquiera de los dos casos, dejará marcado a quién se haya acercado a ellas. Esa cicatriz la consigue también Vicente Muñoz Álvarez con estos textos.

Decir también que Vicente Muñoz con este libro ofrece un muestrario de técnicas literarias para conseguir el tono narrativo y el ritmo adecuado para angustiar al lector: la meticulosidad en las descripciones, la narrativa circular alrededor de los temas dominantes, la segmentación profusa de las frases, cortas, medidas, los enlaces entre temas, la repetición de palabras clave. El poder de su descripción, profusa y lenta, consigue imágenes que el lector no podrá borrar de su cabeza jamás. El personaje del relato “El lunar” es un buen ejemplo de ello.

Vicente Muñoz Álvarez publicó“El merodeador” hace bastantes años, y aún sigue vigente. Esta reedición contiene un par de relatos nuevos que, a mi modo de entender la literatura, logran la esfericidad de toda la narración, cerrando el círculo (o, mejor, y tratándose de este libro tan obsesivo: cerrando la elipse, para que, sin ninguna tregua, vuelva a comenzar).

Personalmente me parece uno de los mejores (si no el mejor) trabajo narrativo de Vicente Muñoz Álvarez.


El merodeador
Vicente Muñoz Álvarez

ACVF Editorial, 2016

10/6/16

Leyendo a Luis Miguel Rabanal ("La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles")

Foto de Esteban Gutiérrez Gómez.

Te dejas llevar, como un barquito de papel por el torrente de un río. Sientes que no lo comprendes todo, que algunas pinceladas quedan oscuras, que se marcan pero no logras descifrar su contenido, pero te dejas llevar. Empiezas a leer y rápidamente comienza el viaje. Más que lo que se cuenta es cómo se cuenta. La narración te envuelve, la música de las palabras te deja aletargado… y te dejas llevar. Sonríes, y no sabes el porqué. Es algo orgásmico, algo como que calma, que otorga satisfacción. Que evade y hace pensar a la vez. Y esa prosa, esa barbaridad de palabras, reconforta.
Luego, más adelante, cuando logras salir aturdido de todo aquello, te das cuenta. Qué mamonazo, qué ironía más fina, qué escarapelo tiene este Luis Miguel, cómo refulgen sus neuronas. Y qué salvaje a veces, que tremendo, cuánta retranca de la buena. Y qué sensible, qué atmósfera crea, que entrañables los bárbaros y desvalidos personajes. Y qué bien me siento después de haberlo leído.

Por "La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles" desfilan Karin Benzama, Claudia Schiffer, las chicas de la alegre cofradía de la almeja complaciente, el envidiado Gracialiano y su santo bastón, un señor que dice ser Dios y una monja despendolada. Esos y otros muchos personajes dignos de ser oídos cuando quieren hablar de lo suyo. Historias cercanas, humanas y, por tanto, completamente surrealistas. El sexo y el seso morboso, el picor inguinal, el vicio de vivir. 

No contaré ninguna de las tramas, pero con el inicio de ésta comprenderéis su magnetismo:
"El anciano se adentró en el local con entusiasmo, tocando
palmas, tocando muchas palmas. No es que aquel día el
ambiente en el Desirée 25, a las cuatro menos cuarto de la madrugada,
fuera de una apabullante animación (pongamos que
la patrulla rural de la guardia civil y un hostelero de Zahínos,
más sendos viajantes de arroces Sos y de conservas Miau y algún
despistado de Frejenal al que mejor no referirse), pero la
entrada del sujeto, ataviado con un fresco y elegante traje de
lino blanco, camisa de seda blanca y corbatita color magenta
y, por si fuera poco, luciendo una larga y blanca cabellera, así
como una barba blanca de patrón mayor de ballenero, tuvo
que ser, como mínimo, chocante. Jennifer Fonfría, hermosa
como siempre, nada más reparar en él se le acercó corriendo 
a preguntarle si el vestuario provenía de la marca del celebérrimo
‘Emilio Tuchi’ y el look del tal Llongueras. Mi hijo Jesús
quiere ingresarme en un geriátrico, fue la lacónica respuesta
de aquel hombre. Dicho lo cual, se dirigió a la barra dispuesto
a refrescarse y le pidió algo a la joven Holanda Acosta que
aguardaba con impaciencia la visita…"

Inicio del relato “Las putas de Dios"
"La verdadera historia de Montserrat C. y otros relatos no menos imposibles"
Luis Miguel Rabanal

Eolas Ediciones, 2016

1/6/16

Firma en la Feria del Libro de Madrid


El domingo 5 de junio, por la mañana, de 11 a 15 horas, Ana Grandal y yo estaremos firmando nuestras historias de parejas en la Caseta nº14 de la FAL en la Feria del Libro de Madrid.

Pasaros a darnos amor del bueno. Lo necesitamos. Y unas risas tampoco vendrían mal. Está la vida tan rara... Podemos hacernos unas fotos, tomar sangría, fumar. La hierba detrás de la caseta parece acogedora y qué a gusto se está en la sombra. Nos gusta eso que llaman pecado. Pero lo mejor es la buena charla y el cariño de los amigos. Así que, si queréis, nos vemos por allí.