CINTA TRANSPORTADORA
(VII premio internacional "Claudio Rodríguez")
De Ángel Petisme
(Ed HIPERIÓN, 2009)
(VII premio internacional "Claudio Rodríguez")
De Ángel Petisme
(Ed HIPERIÓN, 2009)
El poemario se divide en cuatro partes, dos utilizan la técnica del poema con estructura de verso: Last Minute y Overbooking. En las otras dos partes, Jet Lag y Objetos Perdidos, utiliza el poema en prosa con estructura y técnica narrativa.
Todo el libro es un viaje, un recuerdo por los lugares por los que ha pasado y en los que ha vivido. Lugares a los que vuelve en la añoranza, en los que se reencuentra y donde siempre hay una parte de él que permanecerá. En la parte más narrativa los deseos van a la par con los sentimientos que van despertando las ciudades a las que entrega sus horas y sus días. Absorbe todo lo que ofrecen y lo guarda como un regalo especial al que hay que cuidar para que no se deteriore. Sabe que lo vivido es un sueño.
El libro podría resumirse en las figuras retóricas de pensamiento: la Topografía (descripción de un lugar) y el Retrato (descripción moral y física de una persona).
Ej: CINTA TRANSPORTADORA (pág, 11)
Mi corazón es una tarjeta de embarque
a un cruce de caminos del círculo polar, a un gran Silencio que me busca los labios.
Sin gallos que le despierten,
sin kiwis al desayuno. Sin piedad.
Mi corazón es un fósil astral.
Una maleta no reclamada
que gira en la cinta transportadora.
Aparece también la enumeración.
Ej: MAPA DE BESOS (pág, 35)
Los besos en Zaragoza saben a quinto de Ámbar, a coliflor de la papelera de Montañana y a lápiz de labios de esa madame teñida que regenta el Linares, un bar por San Vicente de Paúl.
La gramola a 50 céntimos dos canciones.
Por los labios del tiempo, besos para tocar la vida. (...)
El epifonema se muestra también en la mayoría de los poemas.
Ej: KENIA (pág, 24)
(...)Niños en todas partes, cascabeles y música. Un dolor oscuro y ancestral.
Nairobi.
Ej: BOULEVARD CHE GUEVARA (pág, 26)
(...)Nunca me sentí extranjero en Iraq, en Palestina, en Argelia, en Siria, en Jordania. En cambio sí en Nueva York. Y a veces, donde más en mi tierra.
Ej: QUERÍA ARRANCARLE ALGUNAS GOTAS DE ROCÍO AL SIGLO XXI
(...)Hasta que la mierda circundante alcance el borde de nuestra copa, sigue guardado bajo la almohada una pistola de agua y sueños salvajes y cristalinos.
Aparece el símil.
Ej: (pág, 41)
ALGUNAS CIUDADES
como algunas mujeres
te esperan toda la vida.
Y algunas palabras
son bálsamo de tigre
y buena compañía
hasta que te incineran.
Ej: TRANSGAMBIANA (pág, 59)
(...)África negra, enigmática como la sonrisa de Mimí, pobre de solemnidad, sucia pero hermosa, embriagadora de color y fragancias, con estrellas que caían de los cielos limpios y constelados del sur, con la lluvia torrencial, (...)
La antítesis o contraste también están presentes.
Ej: BRISTOL (pág, 54)
(…)Cuando me lo dijeron en el This is England, un pub donde te sirven una sidra deliciosa y fresca (sí, has leído bien) una camarera con el cuerpo insolente y los rasgos dulces de Kate Beckinsale, perdí el miedo en mis talones y busqué desde la barra a la fiera de mi niña. (…)
Ej: JENÍN (pág, 52)
(…)Si al menos esta vez nevara en Palestina. Si abriesen la jaula para quedarme. Para no salir. Dí, ojalá fuera una vela en la oscuridad.
La perífrasis o eufenismo se nos muestra claramente en el siguiente poema:
Ej: JUÁREZ (pág, 37)
Yo soy una de esas mujeres,
de las maquiladoras
enterrada en las fosas
del desierto, con una bata azul
y los ojos abiertos.
estrangulada, desmembrada,
Con mordiscos en los pezones
y en la vagina siete puñaladas.
Al sur de Río Grande las calles tienen ojos, el alma sonajeros y los machos pistola.
Inmenso como el odio el idioma que hablas esta noche, al bajar del autobús, y que quise aprender Yo soy uno de esos nombres en una cruz rosada bajo la impunidad de las estrellas.
Entre nosotras y la muerte,
al salir del trabajo, sólo estaba el azar.
En Ciudad Juárez cuando discuten
los maridos dicen a sus mujeres;
Te voy a echar al desierto.
Las preguntas retóricas también están presentes.
Ej: BUDAPEST (pág, 45)
¿Me harás olvidar que no soy inmortal?
¿Me enseñarás de nuevo a beber de tus labios y ante tanta belleza dejar de llorar como un pájaro de opio?
LA OTRA ORILLA (pág, 27)
¿Detendrás con tu música la tortura de los condenados?
La optación también aparece.
Ej: AUTOPISTA A BERLÍN
Tengo deseo,
siento nostalgia del deseo.
Disfrutar de la luz y los soles del Mundo, del esplendor de la tristeza y el testimonio de la antigüedad.
Siento deseos de desaparecer,
de fugarme contigo
a los mapas sin tiempo.
Sed del espíritu,
cervezas al mediodía
en Friedrichshain,
dejar de ser mi sombra,
repoblar de fantasmas
nuestra imaginación,
palpando la alegría
de verte respirar.
Como Tropo aparece la imagen, en la que no se produce sustitución de un término por otro, ambos coexisten. Así se potencia la idea que nos vamos formando al leer los versos.
Ej: HOSTAL TOKIO (pág, 17)
Morir en sueños
para vivir la vida.
Soñar despierto
para morir sin prisas.
Vivir sonámbulo
para amarte sin plazos.
El tiempo verbal más utilizado en los poemas es el presente histórico. Cuenta un hecho pasado y lo actualiza. También utiliza el pretérito imperfecto y el presente futuro.
La adjetivación es abundante, va desde el adjetivo calificativo al determinativo y al explicativo.
Opinión personal:
Es un poemario dedicado al amor, al amor de las ciudades, de las razas, a las personas en general y a una en particular: Te busco en las mujeres de Jaipur, mi niña, mi secreto desorden(…) en todas las mujeres del planeta te busco. Ángel Petisme se desdobla en cada persona que descubre durante su viaje y la prolonga a través de sus poemas para mostrárnosla. Lo mismo ocurre con las ciudades, parece que conocemos cada rincón de unas calles que nos atrapan en sus versos. El último poema del libro es precisamente una lista de los sitios en los que podríamos encontrarle, junto a las personas que tendría cerca: No iré a buscarte, pero te diré dónde me puedes encontrar, tesoro. Estoy en las Catacumbas de Roma (...) una mujer de 100 años me ha dicho: Ve allí por mí (...) Estoy en Praga (...) Estoy en Sudamérica (...) Estoy en Portugal (...) Ve allí me ha dicho un hombre con una pluma (...). No es un viaje turístico lleno de excursiones exóticas y de noches glamurosas, rodeados de manjares y champán. Es el recorrido por la vida al corazón de las ciudades, de las personas hasta encontrar el alma de aquellos que ignoramos.
Me ha gustado especialmente la capacidad de descripción. Cómo refleja en versos escenas que parecen que sólo se pueden vivir y mirar. Muestra imágenes muy potentes y sensaciones que el lector seguramente reconoce, pero no sabe interpretar con palabras. Petisme lo hace por nosotros, les pone fondo y color. Todo ello con un lenguaje sencillo que llega mucho más al lector.
Cinta transportadora
Ángel Petisme
Premio Internacional de poesía “Claudio Rodríguez”, Hiperión 2009
Trasparente
por Esteban Gutiérrez Gómez
No se ustedes, pero yo no creo en las casualidades. Y menos en lo que respecta al mundo del fatum. Así que, no es casual que andase yo disfrutando de la relectura de Las ciudades invisibles de Italo Calvino cuando MJ dejó este poemario sobre mi regazo. “Te gustará”, dijo, y lo guardé en la cartera de los viajes diarios en tren hasta Madrid. Así las cosas, yo leyendo y viajando, no ocurrió otra cosa que esa que sucede cuando un poemario cala el alma: disfrutar, dejar pasar estaciones, meditar.
Cinta transportadora es un compendio de reflexiones silenciadas que Ángel Petisme provoca en el lector. Las descripciones que contiene de ciudades, buscan situar la mente del lector en el lugar idóneo para recibir el “encargo”. El “encargo” puede tardar en manifestarse, pero llegará, porque la espiritualidad depositada en los versos o las líneas de los poemas, los pensamientos íntimos, de deseo, son cargas de profundidad que buscan el alma del lector.
La cinta trasportadora de Petisme es de plástico trasparente, nos deja ver el vacío tras el amor, nos deja contemplar el espíritu viajero de su autor, ese soplo de vida que hace que sólo se sienta extranjero en su propia tierra (Boulevard Che Guevara), el único sitio en el que la cabeza atenaza al corazón (Mapa de besos).
La libertad es siempre una tierra por conquistar, Ángel.
Viajar es guardar tesoros en el alma.
Sí. Viajar puede ser huir. Viajar puede ser un deber. A veces, viajar es un sueño. Los escritores deben viajar y luego deben escribir (Moleskine) para contarnos, para transportarnos, para hacernos pensar. Porque “somos memoria y ámbar de aquello que leemos y viajamos” (Sturm und drang), porque lo más preciado de los viajes lo guardamos dentro, tras la retina, y cuánto me acuerdo de aquellos que lamentablemente no pueden ver, y lo siento mucho más por aquellos que aún viendo, no saben disfrutar, no saben guardar.
La poesía de Ángel Petisme abre la mente. Como esas flores carnívoras, se vale de su vistosidad para atraparte, para hacerte suyo. No será humano quién después de leer el poema de la página 32 (Quería arrancarle unas gotas de rocío al siglo XX...) no sienta rugir su corazón e intente recuperar al niño que lleva dentro.
Te quema, sí, pero te dejas arder.
Muy próximo a la poesía del silencio, con una rica economía de medios, la descripción de las ciudades por la que transita el poemario de Ángel Petisme, busca la reflexión de forma medida, intencionada.
Exactamente igual que con Las ciudades invisibles de Italo Calvino.
No es casualidad,
las casualidades, ya saben,
no existen.
Ángel Petisme
Premio Internacional de poesía “Claudio Rodríguez”, Hiperión 2009
Trasparente
por Esteban Gutiérrez Gómez
No se ustedes, pero yo no creo en las casualidades. Y menos en lo que respecta al mundo del fatum. Así que, no es casual que andase yo disfrutando de la relectura de Las ciudades invisibles de Italo Calvino cuando MJ dejó este poemario sobre mi regazo. “Te gustará”, dijo, y lo guardé en la cartera de los viajes diarios en tren hasta Madrid. Así las cosas, yo leyendo y viajando, no ocurrió otra cosa que esa que sucede cuando un poemario cala el alma: disfrutar, dejar pasar estaciones, meditar.
Cinta transportadora es un compendio de reflexiones silenciadas que Ángel Petisme provoca en el lector. Las descripciones que contiene de ciudades, buscan situar la mente del lector en el lugar idóneo para recibir el “encargo”. El “encargo” puede tardar en manifestarse, pero llegará, porque la espiritualidad depositada en los versos o las líneas de los poemas, los pensamientos íntimos, de deseo, son cargas de profundidad que buscan el alma del lector.
La cinta trasportadora de Petisme es de plástico trasparente, nos deja ver el vacío tras el amor, nos deja contemplar el espíritu viajero de su autor, ese soplo de vida que hace que sólo se sienta extranjero en su propia tierra (Boulevard Che Guevara), el único sitio en el que la cabeza atenaza al corazón (Mapa de besos).
La libertad es siempre una tierra por conquistar, Ángel.
Viajar es guardar tesoros en el alma.
Sí. Viajar puede ser huir. Viajar puede ser un deber. A veces, viajar es un sueño. Los escritores deben viajar y luego deben escribir (Moleskine) para contarnos, para transportarnos, para hacernos pensar. Porque “somos memoria y ámbar de aquello que leemos y viajamos” (Sturm und drang), porque lo más preciado de los viajes lo guardamos dentro, tras la retina, y cuánto me acuerdo de aquellos que lamentablemente no pueden ver, y lo siento mucho más por aquellos que aún viendo, no saben disfrutar, no saben guardar.
La poesía de Ángel Petisme abre la mente. Como esas flores carnívoras, se vale de su vistosidad para atraparte, para hacerte suyo. No será humano quién después de leer el poema de la página 32 (Quería arrancarle unas gotas de rocío al siglo XX...) no sienta rugir su corazón e intente recuperar al niño que lleva dentro.
Te quema, sí, pero te dejas arder.
Muy próximo a la poesía del silencio, con una rica economía de medios, la descripción de las ciudades por la que transita el poemario de Ángel Petisme, busca la reflexión de forma medida, intencionada.
Exactamente igual que con Las ciudades invisibles de Italo Calvino.
No es casualidad,
las casualidades, ya saben,
no existen.
BUDAPEST
Tú eres la dueña de las palabras, amor mío,
la que vierte en los labios el vino de Tokaj
y la lluvia harapienta
en las cajas de música
de la calle Dohány.
La que respira en los puentes
bajo el Danubio rojo,
la que construye nidos
en los huecos de las palabras,
la que ahuyenta los miedos
en los desfiladeros del Ejército Rojo.
La que trae vida insólita
y brisa cálida de silencios.
Tú eres Buda y yo Pest,
en la orilla derecha de la melancolía.
Cuando regrese de la niebla, cariño,
dame un beso de tornillo
en la Iglesia de San Matías
y veintinueve más en el Funicular.
¿Me harás olvidar que no soy inmortal?
¿Me enseñarás de nuevo a beber de tus labios
y ante tanta belleza
dejar de llorar como un pájaro de opio?
-El invierno es frío pero corto en Budapest,
pronto podremos alquilar dos bicicletas
en la isla de Csepel- me dijiste.
AUTOPISTA A BERLÍN
Tú eres la dueña de las palabras, amor mío,
la que vierte en los labios el vino de Tokaj
y la lluvia harapienta
en las cajas de música
de la calle Dohány.
La que respira en los puentes
bajo el Danubio rojo,
la que construye nidos
en los huecos de las palabras,
la que ahuyenta los miedos
en los desfiladeros del Ejército Rojo.
La que trae vida insólita
y brisa cálida de silencios.
Tú eres Buda y yo Pest,
en la orilla derecha de la melancolía.
Cuando regrese de la niebla, cariño,
dame un beso de tornillo
en la Iglesia de San Matías
y veintinueve más en el Funicular.
¿Me harás olvidar que no soy inmortal?
¿Me enseñarás de nuevo a beber de tus labios
y ante tanta belleza
dejar de llorar como un pájaro de opio?
-El invierno es frío pero corto en Budapest,
pronto podremos alquilar dos bicicletas
en la isla de Csepel- me dijiste.
AUTOPISTA A BERLÍN
Tengo deseo,
siento nostalgia del deseo.
Disfrutar de la luz y los soles del Mundo,
del esplendor de la tristeza
y el testimonio de la antigüedad.Siento deseos de desaparecer,
de fugarme contigoa los mapas sin tiempo.
Sed del espíritu,
cervezas al mediodía
en Friedrichshain,
dejar de ser mi sombra,
repoblar de fantasmas
nuestra imaginación,
palpando la alegría
de verte respirar.
CINTA TRANSPORTADORA
a un cruce de caminos del círculo polar,
a un Gran Silencio que me busca los labios.
Sin gallos que le despierten,
Sin gallos que le despierten,
sin kiwis al desayuno. Sin piedad.
Mi corazón es un fósil astral.
Una maleta no reclamada
que gira en la cinta transportadora.