Recuerdo el final del milenio
tumbado sobre la cama de mi habitación. La radio hablaba de que esto era el fin
y debíamos hacer balance. La vida estaba a punto de disiparse. Efecto 2000.
Recuerdo que estaba escribiendo un cuento sobre eso, sobre el final. Recuerdo
que mientras lo escribía recordé unas palabras mágicas al respecto que creí
haber leído en algún sitio. Mi memoria visual me llevó al anaquel de la librería
en la que guardaba (guardo) las revistas literarias que eran (siguen siendo)
una de mis posesiones más preciadas. Recuerdo que olvidé todo aquello cuando
ojeé de nuevo aquellos cuentos, aquel dossier sobre fantasía que me hizo
dejar de escribir y pasar toda la tarde leyendo, disfrutando, olvidándome de la
realidad.
Recuerdo todo eso ahora, porque
por entonces me preguntaba, entre ilusionado y escéptico, si alguna vez un
relato mío se publicaría en esa revista. Me preguntaba si sería capaz de
escribir con la calidad suficiente como para que uno de los relatos que salían
de mi cabeza tomase forma sobre el papel satinado y fuese capaz de trascender a otras mentes. Quimera no era solo un título, era un
reto: el objetivo ideal que casi nunca llega a alcanzarse pero que te hace
luchar.
Ha pasado mucho tiempo y aquella
fuerza (y aquella ilusión) se han ido quedando por el camino. Decidí ser yo
mismo, caminar por otras sendas menos transitadas, olvidarme de competiciones y disfrutar de lo que tuviese
que venir. Y la vida, la vida tiene estas cosas, hoy me ha sorprendido.
Y estoy contento. No todos los
días los sueños se hacen realidad.
El número de mayo de la revista Quimera publica en exclusiva y como anticipo a su lanzamiento, el cuento "Miedo" perteneciente a la colección de relatos MI MARIDO ES UN MUEBLE, publicada por Lupercalia Ediciones y que próximamente estará disponible en librerías.
Gracias, mil gracias.
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