El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

1/7/10

Poemario del mes: "Mohicania revisitada", de Manuel Rivas



MOHICANIA REVISITADA
MANUEL RIVAS
(Editorial Punto de lectura, 1996)

Por María Jesús Silva


Este es un poemario que nos habla del peso, de muchos pesos: del físico, del moral, de la prolongación del tiempo, de la memoria. Escrito fuera de toda métrica y rima, nos muestra la realidad física, lo cotidiano, lo que se puede palpar con los ojos. Nos habla de sentimientos que iluminan por dentro, que hieren desde fuera. Versos que se alejan de la abstracción de la retórica. El presente colgando en la memoria: la individual y la colectiva, hilo importante en este poemario. Esa memoria que la tejen los hombres y las costumbres. La realidad de las personas refleja la ternura, el humor, la ironía, la humildad. Es una poesía clara, alejada de metáforas oscuras, repleta de vivencias profundas que contemplan un espacio social contemporáneo.

Algunas de las figuras retóricas que encontramos en el poemario:

La topografía (descripción de un lugar), el retrato (descripción moral y física) y la enumeración (elementos que componen un conjunto), los podemos encontrar dentro de un poema.
Ej: LA SECCIÓN ÁUREA (pág, 163)
Fue en el entierro de tía Anuncia, en Riocobo,
aquel día de sol que el frío atenazaba los pies.
Pepe, el de Teté, que es hijo de carpintero
me habló de la sección Áurea,
el número secreto que guarda la proporción entre los segmentos.
La cuna,
los primeros zuecos,
la herrada y el pote,
el hórreo,
el carro del país,
la artesa de pan centeno,
la carta de América,
el fuelle de la gaita,
el bordado de lino,
el lecho de amor,
la cuchara de palo,
la Virgen de los Dolores,
la llama del candil,
las cuentas del rosario,
tienen ese álgebra que sólo se contagia
con la luz del pan
en la mirada de la madre.
La Sección Áurea.
La medida también de una tumba honorable.

La etopeya (descripción de cualidades morales), la máxima (reflexión sobre la vida o el mundo), el epifonema (reflexión final como resumen de afirmaciones anteriores) y la invocación (dirigir la palabra a personas o cosas, estén presentes o ausentes), también las encontramos dentro de un mismo poema.
Ej: MIL (pág, 127)
Tengo algo importante que decir
ahora que acabamos de despedirnos
para siempre.
Te quiero.
Clávame las uñas,
pero has de saber que también fui sincero
las otras mil veces.

Ella me acusa de no tener sentimientos
porque hablo y hablo
o no hablo.
Se va a comer la uñas,
sus altivas uñas escarlata.
Pero me iré.
Se lo dije y rió indiferente,
pero me iré
o no me iré.
Llegaré a una de esas ciudades,
no tan grandes como una ciudad,
donde se para el tren y ya no hay más tren,
con monjas que se sientan sobre un barril de cerveza en la estación,
y miles de cuervos que esperan con sorna a EL- Rey
o una cámara de cine.
De esa ciudad sale un autobús
tan viejo que tiene un conductor que fuma
y que habla con los viajeros,
justo en cada curva,
cuando llueve,
y lo hace cada día desde siempre,
limpia el cristal con la mano,
como si estuviésemos cayendo,
llueve también dentro.
Y no pasa nada,
pues llegamos cuando escampa,
y sólo gotea en el autobús,
todos mojados menos los paisanos
que ríen
o no ríen.
Ésta ya no es ni ciudad ni nada,
pero hay un barco panza arriba
y una playa de arena negra.
Y hay también una cabina de teléfono.
¿Me oyes? Estoy en una cabina.
Sí, bien.
No, nada.
Llovía en el autobús.
Sólo hay un bar.
Sí, tengo monedas.
¿De verdad? Yo también. No, aún no se corta.

Sí, sigo aquí.
No, no estaba pensando.
Escuchaba, eso es todo.
No sé qué decías. Escuchaba.
No, no es un libro.
Son las hojas de la guía.
¿Sabes cuál es el prefijo de Ras- AL-Khaimah?
Marcas 00, luego 971, después 77 y un número al azar
y ya puedes hablar con alguien en Ras-AL-Kaimah.
No, no es que no te escuche.
Escucho, sólo quiero escucharte.
Pero no me preguntes lo que dices.
No puedo hacer dos cosas al mismo tiempo,
entender y pensar en ti.
Qué fácil es hablar con cualquier lugar.
No, no cortes, por favor.
Si cuelgas,
llamaré a Ras-AL-Khaimah
o a cualquier lugar.
Mientras tú hablas, no tengo frío.

Él era fuerte y débil
como un marine yanqui.
Ella, frágil e invencible,
como una guerrillera del Vietcong.

El símil, compara un hecho real con otro imaginario.
Ej: DESPEDIDA (pág, 123)
Puedo estar feliz.
Cae la casa,
pero mis hijos huyeron al bosque
con la cabeza llena de pájaros.

La ironía, afirmar lo contrario de lo que se dice.
Ej: PUTA (pág, 155)
Le tenía mucha veneración
a la Virgen del Carmen,
patrona del mar.
Sus mejores clientes habían sido marineros y curas.

La optación, manifestación de un deseo.
Ej: NACIONALISMO (pág, 156)
Abajo todas las naciones,
dijo aquella especie de mendigo.
¿Todas?
Todas.
Todas, menos aquella
que dé buena sombra.

La prosopopeya, otorga cualidades propias de seres animados a otros inanimados, o cualidades humanas a seres que no lo son.
Ej: UN CAFÉ CALIENTE (pág, 167)
Dadme una espada honorable que me abata,
dijo el manzano,
pues estoy exhausto.
No quiero que en los muñones de mis brazos
cuelguen los hombres sus chaquetas.
Dadme un día sin poalla,
dijo el gallo.
O si no, lámpara y alevilla
para despertar un cuento.
Y a mí dadme una mentira piadosa,
dijo el pueblo,
una almohada de pluma donde olvide.
Dadme a mí un café caliente,
dijo el diablo,
para velar el sueño de esta noche.

Aparecen en el conjunto de poemas la anáfora, las repeticiones simples y las preguntas retóricas.
Hay alternancia de tiempos verbales, muy propio para la narración de este poemario que viaja del pasado al presente con incursiones breves en el futuro.
Un símbolo a destacar dentro del poemario es el tiempo.

Opinión personal:
Los versos de este libro son las voces de la gente. Una voz que grita también hacia dentro y se queda enclaustrada para siempre, latiendo. Es un adentrarse en la tierra y en quienes la habitan. La tierra son caminos que conducen a un lugar que sólo nosotros conocemos en los que hay atajos y senderos. Bruce Chatmin habla de: “unos caminos en el desierto australiano sólo visibles para los indígenas”, caminos heredados por los antepasados. La naturaleza forma fusión con el hombre, estos poemas giran alrededor de ese vínculo. Las ciudades, las tormentas, las estaciones, el oxígeno, el agua, las personas envejeciendo, recordando. Los sentimientos apegados a las tradiciones, haciendo balsa en la memoria, donde sumergirse una y otra vez.

WELCOME
Mi padre nunca decía nada,
pero se lo llevaban todos los demonios cuando volvía
con el pelo largo como una mujer.
Yo saludaba, hola, papá,
y él sacudía la pierna derecha
como quien busca el firme en un prado de lirios.


VIAJE
Me dices que tenemos que levantar el vuelo,
cambiar de aires,
huir.
Pero allí donde vayamos, iremos tú y yo
y quién sabe si todo esto no vendrá también.

PARADA
Se había detenido para beber al borde de la carretera.
¿Qué pájaro es ése?
Un gorrión, respondió el labrador sin mirarlo siquiera.
No era un gorrión.
Los dos sabían que no podía ser un gorrión.
Así que subió de nuevo al coche,
se puso las gafas de sol
y arranco sin despedirse.

TERNURA
Ver al hombre solo,
débil,
con las pezuñas en la nieve,
armiñado de estrellas,
aullando al infinito.

HAIKU
Juegan los niños bajo 142 días de lluvia
y yo duermo en tu regazo.


MOHICANIA REVISITADA
MANUEL RIVAS
(Editorial Punto de lectura, 2003)

Detectando almas
Por Esteban Gutiérrez Gómez

UNA CESTA DE ERIZOS
El último poema, el que aquí no figura, trata de las cosas que las mujeres llevan en la cabeza. Ese poema es una prolongación en marcha. Como las cosas que las mujeres llevan encima de la cabeza son también una prolongación. De niño, la mayoría de las mujeres del mundo en que me movía iban casi siempre con algo encima de la cabeza. Un peso. cestos y banastas con fruta, patatas o pescados. Lotes de ropa. Haces de hierba, o cereales, o helechos. Herradas de agua y calderos de zinc. Jarras de leche. Sacos de grano o harina. Leños atados. A veces, el asombro de ver una mujer con una máquina de coser. Una mujer con una barra de hielo. Una mujer con un lechón en un cesto. Una mujer con un pan de maíz del tamaño de una rueda de carro. Una mujer con quesos envueltos en berzas de col. Una mujer con una cesta de erizos de mar, puñetazos encarnados, denegridos de un sueño astrográfico... El de la memoria rebelde del mar. Lo que veo ahora, esos recuerdos ensartados, son signos que emergen con una fuerza expresiva que me hace ir hechizado detrás de ellas, detrás de esas mujeres-poema que caminan hacia delante, el cuerpo erguido, la mirada al frente, anticipando su andar la grafía de los pies que avanza por el trazo que dejó la mirada.Así veo hoy la poesía. Es la escritura que lleva cosas en la cabeza. La caravana de las palabras que llevan un peso sobre la corona de paño, sobre las vértebras. La memoria. La prolongación. El peso del dolor, pero también la alegre excitación de quien lleva algo, algo más una re-existencia, encima de la cabeza.

Manuel Rivas


Así comienza la antología poética El pueblo de la noche que contiene una selección de la poesía de Manuel Rivas realizada por el propio autor. Los poemas proceden de las obras Libro do Entroido (Libro del Carnaval)(1980), Balada nas praias do Oeste (Balada en las playas del Oeste)(1985), Mohicania( 1986), Ningún cisne (1989) y Costa da Morte Blues (1995).
Mohicania revisitada
data de 2003 y es una nueva recopilación efectuada por el autor en esa fecha. Sobre ella se centra el estudio del que escribiremos.

En Mohicania revisitada descubrirá el lector a un Manuel Rivas poeta de la Tierra y de la Mar, henchido de metáforas oníricas, poseedor de una paleta de colores azulados y terrosos que cubrirá todos los versos.

Se centra el autor en lo más profundo de su Galicia natal: en la sagrada espesura de sus bosques, en la humedad de los tapices de líquenes que cubren sus rocas, en la profundidad abisal de la franja marina que la rodea, en el alma de los antepasados que poblaron aquellas tierras, en el misterio que todo ello engendra. Hilado a aquellos dos poemarios primeros de Julio Llamazares, el culto a la naturaleza se hace común.

Pero no deshecha el autor asuntos de actualidad que hieren cualquier alma buena, como la tragedia de Chernobyl o la matanza de Beirut (la matanza de entonces (1996) que aún hoy continúa). Busca aquí su voz plasmar la denuncia de la injusticia, esa voz que lo llevo a liderar aquel movimiento social que nos concienció a todos sobre el cuidado de la naturaleza una vez el Prestige cubrió de alquitrán la boca de los siempre silenciosos seres marinos.

Porque los animales están presentes en el poemario. Conforma Rivas un bestiario en que pululan mariposas, caballitos del diablo, raposas, caballos, jabalíes, serpientes, abubillas, cucos, cuervos... Siempre los cuervos.

En una ocasión me contó el porqué de los cuervos (si tienen algún libro dedicado por él, sabrán de qué les estoy hablando). Él firmaba Los libros arden mal y yo El laberinto de Noé en la Feria del Libro de Madrid. Intercambiamos textos y al ver el título del mío me dijo: “Ah, Noé. Desde que escuché la historia del diluvio y la travesía del arca por primera vez, desde que desde el púlpito oía que la paloma regresó con la rama de olivo en el pico, desde hace tanto me preguntaba, ¿y el cuervo? ¿qué ocurrió con el cuervo de Noé? ¿es que el cuervo no volvió?”. La demonización del cuervo que la iglesia hizo produjo en su cabeza el efecto contrario. Quizá por eso transformó a los cuervos en héroes en En salvaje compañía, convirtiéndoles en reyes de su santuario, en seres supremos del reino sagrado de la naturaleza, en justos vendedores del verdadero Bien.

Y también el hombre, el animal hombre, esta presente con su temporalidad, con las marcas de agua que conforman el cuento de su vida, con su derrota y sus pequeñas victorias, con su grandeza por querer seguir adelante a pesar de la adversidad.

Es, en definitiva, un poemario lleno de metáforas, de ensoñaciones, que busca sin duda detectar las almas de los lectores y en el que el Rivas cuentista asoma para buscar la sentencia con la última estrofa.


A nadie podrá defraudar su lectura.

CARRETERA


El indicador decía Con niebla, no se detenga,

pero la niebla llegó a ser tan espesa

que detuvo cuidadosamente su coche.

Salió, dió unos pasos,

pero un miedo ancestral le hizo retroceder.

No había ruido ni eco

como si todo lo existente se desvaneciera.

Puso la radio y sólo escuchó una música árabe,

qué coño, tan al Norte.

Fue entonces cuando vio aquellas siluetas en el parabrisas.

Eran vacas,

enormes cabezas con ojos de aguanieve.

Manuel Rivas

1 comentario:

Luisa dijo...

Baco, según leía lo de los cuervos y tu Laberinto de Noé, me acordaba de las historias que nos contó Manuel Rivas cuando estuvo en Fuenlabrada. La del cazador y el lobo; y la de la iglesia y el espíritu Santo. Un lujo inolvidable.

Me ha encantado este análisis por razones obvias. Últimamente me están dando en toda la diana. Ya sabes cómo me gusta este escritor.

Un besazo.