Aquella noche conocí a Patxi Irurzun e intercambiamos historias en papel (nuevo libro de relatos “Ajuste de cuentos” en Editorial Eclipsados), a Vicente Muñoz y ese buen rollo que genera (también nuevo libro de relatos “Mi vida en la penumbra” en Editorial Eclipsados), al caluroso y amigable todoterreno Ángel Petisme (enhorabuena por el VII Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez, dotado con 6.000 euros (canalla) y la edición del poemario), a Txe casi de refilón (también enhorabuena por el premio (también 6.000, canalla)), a Kike Babas (de él escribo más abajo) y a un puñado de gente más (besos y abrazos para todos); y me reencontré con amigos como Devorah (“rabo de lagartija” cámara en mano), Javier Das (buscando título a ese nuevo poemario), el Kebran (un mucho de bajada, pero él es así), a José Ángel Barrueco (¡leyendo poesía!¡y poesía de no ficción! Un detalle esa dedicatoria a DG) o a La Cónica (me gustó, me gustó mucho volver a charlar con ella después de tanto tiempo).
Crónicas de aquello hay por un tubo, así que lo mejor es decir que todo fue verdad, que lo que era, en principio, reencuentro y despedida, se convirtió por azares del editor (2ª edición el 19 a la venta) en un “seguimos en la carretera”.
Alguien, alguna vez, se dará cuenta de lo que ha significado Hank Over / Resaca en el panorama narrativo actual: una brecha, un nuevo camino labrado a base de blogs. En el espacio 2.0 (hecho por y para los usuarios de la Red) los Hijos de Satanás no tienen límites. Ya era hora.
Días de Speed a falta de Rosas
KIKE BABAS
Me hice con el libro después de oírle recitar. Me pasó como a Jab, que fue uno de los mejores momentos de la noche (y hubo unos cuantos). Yo no tenía ni idea de quién era Kike, pero me sonaba el nombre (luego supe porqué). Estaba allí, detrás del chiringuito de los textos. Compré el libro y me lo dedicó (Baco, haz el honor...).
Acabo de hacerlo, Kike. Tenía (no te lo vas a creer, pero es cierto) una de centras de mi (segunda) época estudiantil (según la caja, caducaron en noviembre del 98). Un colega mío se metía un par de ellas con una copa de anís media hora antes de empezar un examen. Una vez dentro del aula, daba la vuelta a la hoja y se ponía a escribir como un poseso. Hojas y hojas, frenético, como inspirado por el mismísimo Satanás. No tenía ni puta idea de lo que escribía, pero el muy cabrón lo sacó todo. No suspendió ni una.
Como es lógico, le dije que a ver de qué iba eso. El resto te lo puedes imaginar. Una vez al mes, de Madrid a Ciudad Real, a una farmacia de uno que no pedía explicaciones cuando llegabas con el recetario. A 140 pelas la caja en origen. A 100 la gragea en destino. Ya entonces comprendí que el intermediario era el rey del negocio.
Todo esto lo escribo porque he disfrutado como un loco con este libro. Me ha conmovido. Me he reído y me ha entristecido, según leía uno u otro relato, al principio más de una cosa, al final más de la otra. Y, sobre todo, me ha hecho recordar aquellas historias (como la de las centras) que no hace tanto tiempo que quedaron atrás. Muchas de ellas las podría haber contado yo de mis amigos. Las ilustraciones de Ramone dal el punto a las historias narradas.
Son cuentos ingeniosos, con algún secreto para los no iniciados. Kike tiene buena narrativa y llegan allí donde pretenden llegar. Algunas de las metáforas que utiliza Kike son para quitarse el sombrero, pero lo bueno es que los relatos están despojados de toda pretensión de trascendencia: cuentan lo que cuentan; si sabes, ya sabes. Lo demás es pasta blanca para cortar.
Respuestas (fragmento)
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“Lo corto con lactofilus”, silbó el trapichero.
“Ni lo pienses”, sugirió el sano.
“Ni te lo pienses”, aconsejó el que ya se había puesto.
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“Dale de una vez”, se impacientó al que le tocaba la siguiente línea.
El listo
Se jactaba, y no sin gracia, de las tangas que daba años ha a los guiris (o sea, todo el que no fuese del barrio) vendiéndoles tripis de palo. Les pasaba por 1.500 pesetas el recorte del indiecito que aparece dibujado en los paquetes de tabaco Lucky Strike de cajetilla dura. Qué lo mojasen mucho, que así subía más, les aconsejaba.
Los años le sacaron del trapicheo a destajo con desconocidos, pero aún conservaba ese punto tan suyo de hacerla en cualquier momento (a cualquiera que no fuese del barrio). Y así se jactó, a día de hoy, de la chupa de cuero que había robado ayer en aquel garito del centro.
Lo guapa que era la chupa. Lo listo que era él.
Le paró días después un policía de proximidad. Le cacheó a conciencia, registrando minuciosamente los múltiples bolsillos de su nueva chupa, cremallera por cremallera. Y apareció aquel bolsillo recóndito debajo del sobaco derecho. No dio crédito cuando sacaron de allí un paquete con 385 tripis, doblados en tiras sobre sí mismos, envueltos en una bolsa de plástico, como de golosinas. Cada cuatro cartoncillos formaban el dibujo de una diosa hindú.
No pensó en el marrón que se le venía encima, si no en esos tripis no descubiertos antes y por lo tanto no vendidos. La conciencia vino después, mientras se cagaba en la sangre de su mala suerte.
Le cayeron tres años. Al listo. Los indiecitos de Lucky se descojonaban.
3 comentarios:
Gracias por los ánimos, Esteban...
Un abrazo
Hola, Esteban, ya te veo como siempre rodeado de palabras, de libros, de versos, de poetas...
Te deseo que pases una fiestas divertidas y ponte ya a pensar en cómo quieres que sea el nuevo año. Ponle un sueño al inicio y persíguelo hasta el final.
Un abrazo, y ¡Bon Nadal!
Buen fanzine, Dani. No hay que dejarlo.
Tesa:
Asentada junto al mar, el ojo de cíclope de su cámara me mostraba la bondad del mundo.
Un beso y buen 2009
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