El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

10/12/12

GOMBROWICZIDAS

Durante años llevo recibiendo en mi correo electrónico textos de Juan Carlos “Goma” Gómez. Son una especie de cartas llamadas GOMBROWICZIDAS, en las que el autor argentino relata su relación con Gombrowicz durante los veintipico años que el autor polaco estuvo en Argentina, o reflexiona sobre los pensamientos de su amigo.

Imprimía los textos y guardaba su lectura para el momento propicio, cercano a la hora de acostarme, porque siempre generaban alguna reacción en mí (a veces me partía de risa, a veces me dormía reflexionando sobre lo que el autor argentino pretendía que reflexionase). Jamás he hablado de esta relación epistolar porque no solo yo era el destinatario de estas cartas y, si ahora lo hago público, es porque ayer recibí esta última desde su dirección de correo:

¡ADIOS FIEL GOMA!

El 2 de diciembre de 2012 por la tarde, moría en una cama de hospital Juan Carlos “Goma” Gómez, “El Fiel Goma”. Ayer fue velado y hoy sus cenizas esparcidas en el aire del jardín de su casa donde disfrutó muchísimo sus últimos años junto a sus perros, que adoraba, escuchando Beethoven y haciendo asados para sus hijos, sus nueras y su inagotable esposa Elida, quién lo acompañó hasta su hora final.

Como él mismo respondía cuando de tanto en vez terminaba de escuchar la Novena Sinfonía, y le decíamos que bien podría seguir ahora con la Tercera: “No”, decía, “después de la Novena ya no se puede escuchar más nada.”; un día terminó de escribir sus implacables gombrowiczidas, invocando a la razón de que “ya no podía sacarle más jugo al pobre viejo”. Guardó sus espadas y comenzó a cerrar sus ciclos: “Sólo me queda esperar morirme al sol”, presagió un día… Y así fue; el sábado 17 de noviembre acomodando unas plantitas en el patio bajo el sol, ese interlocutor extraño lo convocó para una entrevista de dos semanas, la que terminó por aburrirlo sobremanera; y así como cuando no estaba cómodo en un lugar o se levantaba y se iba, o bien esperaba a que el otro hiciera otro tanto, pues decidió esta vez retirarse él.

Seguramente ahora ya lo tenemos en algún café “Rex” jugando inmortales partidas de ajedrez junto a la muchachada, debatiendo nuevamente sobre el dolor y la inmadurez.

Así entonces, dedicamos a todos ustedes, de parte de quienes compartimos sus últimos momentos, esta breve semblanza y esta música que a más de uno le resonará en alguna parte del corazón… ¡Adiós Juan Carlos! ¡Adiós Fiel Goma!


El gran provocador

Se burló de todos. Se burló de sí mismo. A no confundirse: la cosa era burlarse y todo le servía para perfeccionar su divina parodia ¿Su ley primera? Que el prójimo no se aburriera en su presencia. Era capaz de incendiar al prójimo antes de permitirle que el bacilo del aburrimiento infectara su organismo.

Sobre todo, se divirtió. El brillante jodón hizo credo de la risa y el sarcasmo. Muchos lo gozaron, muchos lo sufrieron. Nadie pudo escapar de sus gombrowiczidas y sus apodos lapidarios. Quiso como pudo, fue querido a pesar de él.

Y, antes de partir, se hizo un hueco para burlarse de la misma Parca. Hace un par de semanas nos hizo notar que el promedio de vida en la Argentina era de 78 años. El 26 de noviembre cumplió 78 y el 2 de diciembre dijo chau. ¡Amante fiel del cálculo estadístico! Siempre así, siempre cómico. Ah, por cierto, con una linda sonrisa le gustaría ser recordado.

Mujer e hijos de Juan Carlos Gómez

Que la tierra te sea leve, viejo y maravilloso loco.

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