El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")

2/3/07

LA DECISIÓN

LA DECISIÓN
( “Bad boy boogie”)

“¿Vos nunca lo jugás todo?”
Le miré a los ojos y un rayo helado atravesó mi pecho. Se repetían los ecos de sus palabras y bajo ellas resonaban frágiles las mías, las que pronunciaba cada noche al salir del local de ensayo, el rezo diario antes de acostarme: Daría cualquier cosa por ser el mejor, por llegar a alcanzar el éxito, la cima, the top. Eso pensaba y ahora me sentía como un cagón, como un mierda sin decisión. Agaché la cabeza y mi mirada se perdió hasta llegar allí donde resucitan las almas. Un mediocre, un fracasado. Ahora tenía la oportunidad y temblaba de miedo. Acaricie el mástil de la guitarra Gibson sin sentir el calor de su tacto pulido y cerré los ojos. Me imaginé sobre aquel escenario que bramaba con estallidos de luz, haciendo saltar a la gente con ese ritmo de ira que llena las cabezas de sordera y locura. “El mejor, pibe. ¿Qué pensás, tolo? Andate tranquilo, esta clarito”.
Abrí los ojos y aquel siniestro personaje había desaparecido. Suspire profundamente. ¿Y si era verdad? Sonreí al fin alegre por no tener que decidir, por no tener que jugar esa carta que quemaba en mi mano, que me empezaba a asfixiar. Volví con el grupo. Ejercité durante unos minutos mis brazos, mis muñecas, mis dedos; arpegié en fa todo el método Satriani y serené mi espíritu con un sorbo helado de Jack Daniels. Afuera la gente pateaba impaciente. El camerino prefabricado temblaba. Comenzábamos a sudar. “El mejor, pibe. Por un poco de vida. ¿Vos nunca lo jugás todo?”, volvieron en cascada sus palabras a mi cerebro.
Controlé mi respiración hasta casi oír mis propios pensamientos. Estaban llenos de arena del desierto, dorada y muy fina, que volaba cabalgando sobre las crestas de las dunas. Ningún sonido llegaba a mis oídos ahora. Sobre ese mar aislado de silencio interior me oí decir: “trato hecho”, y en ese mismo momento sentí que una lágrima de fuego penetraba en mi pecho recorriéndome por dentro, como un latigazo eléctrico que llegaba hasta las yemas de mis dedos, insuflándome la sensación de algo parecido al absoluto poder.

3 comentarios:

Roberto dijo...

Me ha encantado. ya hablaremos de este relato. Agur


R r R

Anónimo dijo...

Este, es un buen momento par leer un buen relato.tengo que pasar la aspiradora, limpiar el polvo, poner un lavaplatos, sacar al perro, lavarme el pelo, tender la ropa, recoger al niño del colegio, preparar la comida,pero... este, es un buen momento para leer un buen relato; tu relato. Ya me gustó en su día, y sigue gustándome hoy.

Baco dijo...

Gracias shoumila. Me hace bien tu comentario. Gracias.